A estas alturas, parece ya claro que no habrá adelanto electoral y que nos enfrentaremos el 12 de abril de 2026 a un enorme planillón con más de 50 candidaturas presidenciales y otras tantas listas para el Senado y la Cámara de Diputados con más de 10 mil opciones de voto preferencial.
La encuesta de Ipsos / Perú21 que hoy se publica puede ser calificada de prematura, pero la verdad es que —salvo en 2021— quien resultó elegido presidente de la República en las últimas siete elecciones generales ya figuraba entre las primeras ubicaciones más de un año antes de las elecciones. La dificultad esta vez para hacer una lista corta de posible ganador es que, debido a la ingente proliferación de precandidaturas, solo dos de ellas —Keiko Fujimori y Antauro Humala— cuentan con una intención de voto cercana a 10%.
Otra constante que se aprecia en la mayoría de las últimas elecciones es que el ganador de la primera vuelta fue el líder de la oposición al gobierno anterior: Así ocurrió con Alejandro Toledo en 2001 (oposición a Alberto Fujimori), Alan García en 2006 (oposición a Toledo), Ollanta Humala en 2011 (oposición a García) y Keiko Fujimori en 2016 (oposición a Humala). El problema esta vez es que el espacio de líder de la oposición está desierto dada la generalizada percepción de que hay un cogobierno entre la impopular Dina Boluarte y las principales bancadas del Congreso.
También ha sido frecuente en las últimas elecciones que el respaldo al candidato antisistema crezca en la etapa final de la campaña, al captar votos indecisos, sobre todo en el electorado andino. Así ocurrió con Ollanta Humala en 2006 y 2011, Verónika Mendoza en 2016 (PPK le ganó por un pelo el pase a la segunda vuelta) y Pedro Castillo en 2021. Si se repite el patrón —y no es inhabilitado antes para postular— Antauro Humala podría pasar al primer lugar en vísperas de las elecciones.
Más aún cuando la propia encuesta revela que el electorado está en busca de un líder enérgico, dispuesto a enfrentar la delincuencia y la corrupción con mano dura, un posicionamiento que, con su personalidad agresiva y belicosa, el exmilitar ha venido cultivando con ahínco.
El Ministerio Público ha pedido que el partido A.N.T.A.U.R.O. sea declarado ilegal. El fiscal supremo Hernán Mendoza ha denunciado, en su alegato, que Antauro Humala es el líder de facto de ese partido y que su discurso de odio y violencia es un peligro para el país. No le falta razón. El precandidato —que purgó cárcel por rebelión, secuestro y asesinato— ha anunciado que desconocerá la Constitución vigente y que fusilará a quienes considera corruptos, incluido su hermano Ollanta. La mayor parte de la ciudadanía apoyaría su exclusión. Pero si la Corte Suprema no asume su responsabilidad y decide que puede continuar en carrera, es posible que lo veamos en la segunda.