Los enfermeros extendieron un llamado a los pacientes para que brinden su apoyo a las manifestaciones. (Foto: EFE)
Los enfermeros extendieron un llamado a los pacientes para que brinden su apoyo a las manifestaciones. (Foto: EFE)

En una de esas ocasiones en que la suerte nos lleva al empleo soñado, vi dos cosas: uno, el abandono de nuestra población en temas de salud y, dos, los enormes aumentos de oportunidades que una intervención puede generar, como los cientos de miles de niños (600 mil, para ser exactos) que mejoraron su nutrición y capacidad de aprendizaje aplicando ciencia y gestión a principios de los 90.

En el Perú, la salud es un sector siempre en crisis; algunos dirán que también la educación. Pero las acciones para mejorar ambos no son excluyentes y un niño enfermo o anémico no puede aprender y siempre estará en desventaja. Si no, piense usted en su última gripe o problema estomacal y recuerde cómo se desempeñó esos días en el trabajo.

Tal vez, parte del problema sea que hablamos de porcentajes y grandes cifras que despersonalizan y, como se dice, convierten el dolor de un niño, la pérdida de una madre, o el sufrimiento de un anciano, en simple estadística.

Por eso es bueno ponerse en el lugar de ese niño que en Larimayo, Puno, sufría terribles dolores hacía 12 años por tener el ano imperforado, o la niña que, en la misma situación, salió del colegio porque los padres no podían comprar bolsas especiales y con las comunes “apestaba”; o en esa mujer que hoy en Iquitos necesita una operación porque tiene un tumor del tamaño de una papaya en el útero. (Toda ayuda es bienvenida).

Imaginen el descubrimiento de “ver” para un hombre de 40 años con 15 de miopía que nunca había usado anteojos; o la sonrisa del niño que tuvo labio leporino o de la joven que lloró cuando se vio al espejo luego de que le quitaran un tumor del rostro.

Trabajar en Salud es tener la oportunidad de hacer milagros o magia. Mucha suerte a quien asuma el sector.

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