Árbitros, directores y diversidad. (Getty)
Árbitros, directores y diversidad. (Getty)

La semana pasada, El Comercio informó que en el Perú solamente el 15% de los árbitros de derecho son mujeres; internacionalmente, 18%. El mismo día del informe periodístico se llevó a cabo el evento internacional Women in Arbitration, organizado por el Instituto Peruano de Arbitraje (IPA).

Una ponente venezolana decía que la presencia de mujeres en los tribunales arbitrales beneficia el objetivo de alcanzar la verdad y la justicia en los casos concretos, porque ellas tienen más facilidad para ponerse en el lugar de todas las partes por estar habituadas a la diversidad de roles (dadas las exigencias sociales a las mujeres en nuestra cultura). Esta afirmación tiene cierta coincidencia con las conclusiones de la neurociencia (en cómo suele, estadísticamente, funcionar el cerebro femenino en comparación con como funciona, también estadísticamente, el masculino).

El mismo argumento sirve para bregar por una mayor presencia femenina en los directorios de las organizaciones (visiones diferentes enriquecen la estrategia). Y hay abundante data que demuestra una correlación entre dicha presencia y un mejor desempeño. Pero no es tan clara la causalidad: ¿son las empresas más rentables las que atraen mujeres, o las que las atraen terminan ganando más? O tal vez ambas.

Pero el argumento a favor de la diversidad no es solo de género, se extiende a la edad, el perfil profesional, el background cultural y, en general, a todas las características de los individuos. Es decir, en lugar de buscar perfiles profesionales típicos (el especialista en tal tipo de contrato, o el director financiero), tanto los tribunales arbitrales como los directorios de las empresas se benefician de incluir en sus conformaciones a personas con perfiles únicos, atípicos, incluso extravagantes, totalmente “fuera de la caja”.