[Opinón] Marisol Pérez Tello: ¿Y la reforma política?
[Opinón] Marisol Pérez Tello: ¿Y la reforma política?

Quienes hacemos política activa hace varios años, valoramos la claridad de las reglas de juego, pues hemos experimentado la arbitrariedad y el uso interesado de las normas, nada de eso es nuevo; por eso la demanda de un sistema político representativo predecible.

No es admisible  seguir con elecciones donde los procedimientos se cuestionen y los resultados se “definen en mesa”, esto está mal y se debe corregir. No hacerlo corroe el sistema político y complica la gobernabilidad, mucho más si hay un ganador con pequeños márgenes; sin duda, esta vez es dramático y un riesgo para las  libertades económicas y políticas.

Sin una democracia legitimada en las urnas con un sistema electoral fuerte, conformado por gente proba, leyes y procesos claros y transparentes, seguiremos en cada elección con dudas que deslegitiman al ganador e impiden encuentros necesarios para trabajar, porque la verdadera política es sobre todo encuentro, diálogo y consenso.

Las movilizaciones ciudadanas son importantes y lo son más si son también un llamado a comprometerse y hacer política en serio, esa que es sinónimo de servicio.

Es bueno el compromiso ciudadano, que se exija democracia y justicia, es bueno que se recuerde que no hay espacio para el terrorismo y que los dos candidatos deslinden de eso y de las prácticas que están en parte del aparato estatal y que no son otra cosa que delitos, corrupción y lo más bajo de la naturaleza humana, que piensa que todo se vende y todo se compra.

Este proceso termina con el pronunciamiento del jurado, con todo lo que puede producirse al medio ante tanta incertidumbre y vacío legal interpretado caprichosamente.

De ninguna manera son aceptables ni un golpe de estado ni el llamado a hacerlo, ni la violencia física o verbal, ni ninguna otra acción antidemocrática.

Los principios que se defienden deben ser tan firmes que  respeten la institucionalidad y canalicen la energía en tender puentes y sacar esta vez SÍ con responsabilidad y sin cálculo la reforma política; solo así garantizamos la legitimidad de los procesos democráticos y, por lo tanto, gobernabilidad. Ese debería ser nuestro homenaje al bicentenario.

Una situación tan polarizada, con un país enfrentado, no debe alegrarle a nadie; al contrario, representa en resumen el gran fracaso de la política, una elección debe ser una fiesta democrática, no familias enfrentadas.

Que las posiciones no nos impidan ver que no se trata de esta elección, y que aun en la claridad de que esto debe cambiar, hay que respetar la ley y la institucionalidad; que es difícil, sin duda, pero necesario si nos llamamos demócratas.

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