(Foto: GEC)
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Comprender en qué consiste la libertad de expresión no es fácil. A menudo vemos a movimientos políticos defenderla solo cuando los afectados son de su lado. Las voces de izquierda regularmente guardan silencio deliberado cuando se vulneran las libertades de expresión de otros que no piensan como ellos o cuando el amordazador es su aliado, como sucede con el presidente Castillo, quien ha venido embistiendo la libertad de expresión desde campaña.

La reciente sentencia contra el periodista Acosta acomete también contra la libertad y hay quienes insisten en que se aplique el Código Penal para él. Es una libertad incomprendida. No comprenden que la libertad de expresión lleva consigo el riesgo de error, inexactitud, o falta de rigurosidad de quien se expresa. No significa que esto sea una licencia para agraviar o decir falsedades, sino que en una sociedad libre, plural y democrática, cuando se trata de temas y personas de relevancia pública, se busca proteger la libertad de expresión en posición preferente frente al honor, y que las inexactitudes no se resuelvan persiguiendo autores con la cárcel.

No comprenden que incluso en los casos en que el periodista no se haya preocupado de informar con diligencia o que haya actuado sabiendo de la falsedad de la información la tendencia acorde con los derechos humanos es que se busque resolver por la vía civil y con responsabilidad económica; por eso ya deberíamos empezar a debatir en el país la despenalización de los delitos contra el honor.

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César Acuña, como un político que se jacta de demócrata, no debería perseguir con el Código Penal a un periodista que ha escrito sobre él, y si considera que lo están agraviando, podría encontrar otras formas honrosas acorde con los derechos humanos para rebatir la falta de rigurosidad o la malicia.

Es esperanzador el rechazo mayoritario y rotundo que ha recibido este caso desde diferentes tendencias políticas, algo que no ha ocurrido en otras oportunidades recientes, y que no se materializa aún con suficiente indignación contra las vulneraciones del actual gobierno. Quizás tenga que ver con que la izquierda sabe agitar esa indignación selectiva y con que la derecha sí parece dispuesta a defender la libertad de expresión de aquellos con los que discrepa. Por el bien del país ojalá podamos defender siempre y en todos los casos esta libertad. Nos espera una amplia reflexión.

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