[Opinión] Yesenia Álvarez: El pasillo estrecho

Actualizado el 24/12/2021, 07:00 a.m.

El poder debe ser legítimo en su origen, pero también limitado en su ejercicio. Esto tan elemental en una democracia moderna parece ser desconocido para Pedro Castillo. Sea por falta de conocimiento o por falta de convicciones es igual de peligroso. En otras palabras, que el presidente no conozca cómo funciona una democracia o que conociéndolo no le guste representa el mismo riesgo para nuestro futuro democrático.

Desde que asumió el gobierno, Pedro Castillo viene dando pasos autoritarios y desconociendo lo primero que debe hacer un gobernante elegido en democracia: sujetarse a la ley, al Estado de derecho igual que cualquier ciudadano. La lista es larga. Desde negarse a hablar pública y espontáneamente con la prensa hasta obstruir la justicia en investigaciones que lo denuncian por presunta corrupción.

Acemoglu y Robinson en el libro El pasillo estrecho desde su portada se preguntan ¿Por qué en algunos países florece la libertad y en otros el autoritarismo? Ellos argumentan que los países transitan constantemente un pasillo estrecho entre el poder del Estado y el límite que deben poner los ciudadanos. Lo consideran estrecho porque no se trata de una tarea fácil, las sociedades pueden entrar y salir de ese pasillo, de esa dinámica de equilibrio de controles y contrapesos, y perder la libertad. Los autores expresan que “no es que muchos líderes, por iniciativa propia, traten realmente de lograr la libertad”, algo evidente que parece olvidado en medio de tantos adoradores del estatismo y los gobernantes.

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Sabemos que quien detenta el poder tiende a acrecentarlo y, si no tiene control o límites, el siguiente paso es el abuso, la arbitrariedad, el autoritarismo. Sabemos también que no es esperable que los gobernantes se autolimiten. Por eso, para que la libertad florezca, el gobernante debe ajustarse al Estado de derecho.

Hace buen rato que el presidente Castillo nos viene dando un coctel de alertas de que puede sacarnos de ese pasillo estrecho de equilibrio entre el poder del gobernante y el control de una sociedad vigilante, y en consecuencia abrirnos la puerta a un autoritarismo corrupto. Será un grave error que como sociedad vigilante no sepamos actuar a tiempo.