En estos últimos días, parece que solo domina un tema en : la maternidad subrogada.

La revista Hola adelantó su edición para sorprender a los españoles con una portada en la que aparece una famosísima mujer, Ana Obregón, con una bebe en brazos. “Ana, madre de una niña”.

Ana tiene 68 años. Tuvo la desgracia de perder a su único hijo cuando él tenía 30. ¿Ello la autoriza a romper las leyes de la lógica, de la naturaleza y de la ética, así como las del ordenamiento jurídico vigente?

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En España está prohibida la maternidad subrogada. Es nulo el contrato de gestación por sustitución según el Tribunal Supremo que atribuye la titularidad de la relación de filiación materna a la madre gestante.

Ana Obregón, intencionadamente, ha iniciado de esta guisa espectacular el procedimiento para que se reconozca su maternidad en España. Desde Miami, tacha a las leyes españolas de antiguas. Se arroga el derecho a tener una niña para que la saque de la depresión. Niña por tanto que nace ya cosificada. Todo un despropósito que tiene como telón de fondo dos derechos especialmente vulnerados, el de esa menor condenada a crecer con una mujer que podría (de hecho parece que es) ser su abuela, y el de una gestante. Ambas convertidas en objeto de transacción comercial para satisfacer egoístas deseos.

Lo único que admiten los tribunales españoles haciendo una interpretación pro derechos del menor, es que la madre gestante ceda su potestad sobre el recién nacido para que lo adopten. Pero en España, la diferencia de edad máxima entre adoptante y adoptado es la de 45 años. Ana tiene 68. ¿Qué hacer? El dinero no lo puede todo. Tampoco va a poder arreglar este entuerto, que el puro egocentrismo, disfrazado de amor maternal, está causando.

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