En medio de los desafíos que enfrenta el sistema educativo peruano, la educación a distancia ha emergido como un pilar fundamental para democratizar el acceso a la educación superior para mayores de 24 años.
MIRA: Un peruano asume la presidencia de Toyota para América Latina y el Caribe
La eliminación de esta modalidad, que la Sunedu acaba de promulgar, es un retroceso injustificable para un país que aspira al progreso y la igualdad de oportunidades.
En un país tan diverso donde la infraestructura educativa es heterogénea, esta modalidad ha sido un salvavidas para muchos que de otro modo no podrían acceder a la educación superior.
Según las cifras del último Censo Nacional, hay más de 8 millones de personas que han interrumpido su educación y más de 18 millones que no tienen la posibilidad de seguir estudiando en sus localidades.
MIRA: Demanda laboral no coincide con la oferta
Con esta norma se terminará privando a millones de peruanos del acceso a la educación, profundizando las brechas sociales y limitando el desarrollo del país. Además, en un mundo cada vez más digital, la habilidad para aprender a distancia es una competencia crucial para el éxito profesional.
En lugar de eliminar esta modalidad, el enfoque debería ser mejorarla y fortalecerla. Es necesario invertir en tecnología y competencia digital docente para garantizar una educación a distancia de calidad.
Además, se deben establecer mecanismos de evaluación y acreditación rigurosos para asegurar que los títulos obtenidos a través de esta modalidad sean reconocidos y valorados.
MIRA: Gobierno tira salvavidas a Petroperú pese a gollerías de sus trabajadores
En resumen, la educación a distancia no es un obstáculo para el desarrollo educativo del país, sino más bien un vehículo que puede impulsarlo.
Eliminarla es un retroceso que afectará no solo a los estudiantes, sino al futuro mismo del Perú. En lugar de dar marcha atrás, debemos avanzar hacia una educación más inclusiva, flexible y adaptada a las necesidades de una sociedad en constante evolución.