“Se suele recolectar un excesivo volumen de datos de forma analógica (papel), lo cual evita que puedan convertirse en información, ya que no pueden ser analizados en tiempo real”.
“Se suele recolectar un excesivo volumen de datos de forma analógica (papel), lo cual evita que puedan convertirse en información, ya que no pueden ser analizados en tiempo real”.

Por Dr. Rifat Atun, miembro del Movimiento Salud 2030 y experto en Sistemas Globales de Salud de la Universidad de Harvard

Apostar por sistemas de datos digitales y registros clínicos electrónicos es una de las inversiones más importantes que cualquier sistema de salud puede hacer. Hemos visto con el covid-19 que los países que tenían estos procedimientos integrados y la capacidad analítica fueron los que pudieron responder más rápido y usar mejor sus recursos para enfrentar la pandemia.

El uso correcto de datos digitales en los sistemas de salud es crucial puesto que son el insumo que primero se transforma en información, posteriormente en conocimiento local y finalmente en acciones como políticas públicas. Este proceso conocido como el ciclo de transformación de datos, en muchos sistemas de salud está incompleto o simplemente no existe y la razón principal es la falta de registros electrónicos.

Se suele recolectar un excesivo volumen de datos de forma analógica (papel), lo cual evita que puedan convertirse en información, ya que no pueden ser analizados en tiempo real, y tampoco ser integrados con otras bases de datos, esto afecta la calidad y reduce la usabilidad. Como resultado, las autoridades del sector salud lamentablemente no pueden monitorear el impacto de sus políticas a nivel regional y estatal de manera eficiente porque no completan el ciclo.

Tampoco hay transparencia, los datos almacenados en papel no promueven la participación civil y así nunca está claro quiénes son responsables si los recursos no son usados eficientemente o de forma equitativa. Por esto es que la transición hacia una Historia Clínica Electrónica es imperativa y debería ser una de las prioridades en Perú.

¿Pero qué considerar cuando se trata de implementar un sistema de datos digitales y una historia clínica electrónica? En base a mi experiencia, los principios guías serían enfocarse al inicio en recolectar menos datos, pero de gran calidad, en lugar de buscar acumular la mayor cantidad posible. Lo segundo es adaptar los sistemas ya existentes para que trabajen con soluciones digitales en lugar de inventar nuevos desde cero. Esto evita la duplicidad de datos.

Es necesario trabajar siempre pensando en la integración de los sistemas de datos digitales, no solo desarrollarlos y dejarlos funcionando aislados. Su interconexión es lo que impulsa el proceso de transformación de datos a políticas. Todo esto priorizando la transparencia. No tiene sentido dedicar tiempo a almacenarlos si no se analizan y no se comparten. La transparencia es fundamental para evaluar desempeño y desarrollar mejoras.

Malasia presentaba una situación similar a Perú, contaban con mucha data no interconectada por lo que, junto a un equipo de Harvard, desarrollamos una base que se alimentaba de otras ya existentes. Luego del análisis clasificamos a los individuos de dos partes del país según su riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular (alto, medio y bajo) y a cada grupo se le creó una ruta de cuidado diferente.

Usando sistemas de información geográfica ubicamos a estas personas dentro de sus comunidades. Así se pudo saber exactamente dónde era estratégico aplicar acciones de prevención o de chequeos. Esta es la manera de cubrir directamente las necesidades de los ciudadanos.

Con la digitalización e integración de los sistemas de datos en Perú se podrían realizar análisis de manera transversal a nivel de individuo para identificar el acceso y el uso de los servicios de salud y a nivel comunitario para detectar la prevalencia de ciertas enfermedades. Asimismo, sería posible estudiar a través del tiempo tendencias y evaluar la efectividad de los proveedores de salud.