Puno de luto (Foto/Difusión).
Puno de luto (Foto/Difusión).

Hoy es un día de luto nacional, primero por las personas fallecidas en Juliaca, pero también por lo que está sucediendo en el país, en esta espiral de violencia que nos está llevando a una situación insostenible, con un alto riesgo de exponer a una deflagración mayor, manifestada en algunas regiones del país, pero que después puede arrastrarnos a todos.

En este escenario que estamos viviendo con dolor, es muy difícil abordar cualquier otro tema; por eso ahora se convierte en un objetivo nacional buscar una salida racional, responsable, democrática, y sobre todo basada en la justicia, a toda esta espiral de violencia.

Lo primero que tenemos que evitar es responsabilizar al otro. Empecemos primero cuestionando nuestra propia responsabilidad en este problema, porque esta situación es el epílogo de una serie de sucesos que nos ha llevado a una profunda crisis política y hoy tiene ribetes de lucha por el poder, que está costando vidas humanas.

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Que queden claras la responsabilidad política de las autoridades en esta circunstancia y evidentemente la necesidad de buscar justicia para los deudos de las más de 40 víctimas y también de los heridos, que muchos de ellos quedarán con secuelas graves, entre policías, militares y civiles.

Dicho todo esto, también es determinante que se entienda que aquí hay una lucha por el poder y definitivamente hay sectores radicales y violentistas, que estuvieron buscando llevarnos a este escenario de muerte y dolor, para después utilizarlo como plataforma política, para sus angurrias y ambiciones de poder.

Los excesos que pudieron darse por las fuerzas del orden se tienen que investigar, pero reitero que sería irresponsable acusarlos de toda la responsabilidad de las muertes. Aquí hubo una premeditación para preparar el terreno, para que ahora se desencadene un clima de violencia.

Castillo gatilló la crisis, Aníbal Torres sembró el odio entre peruanos; en cada alocución que tenía, pedía ríos de sangre y ahora con dolor podemos ver que su maledicencia se hizo realidad.

Es una obligación, más que nunca, buscar la paz social.

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