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[OPINIÓN] Richard Arce: “Nada que celebrar esta Navidad”
Que nos permita fortalecer esos lazos familiares y también sociales, que tanta falta nos hace, en tiempos convulsionados como los que estamos viviendo.
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Desde muy niño, la Navidad me generaba ilusiones y, más allá de las necesidades que uno podía tener, era la fiesta del año, qué mejor si era en mi tierra Andahuaylas, donde se realizan las fiestas patronales más grandes con ocasión del nacimiento del niño Jesús, con danzas, música, fuegos artificiales, la pomposidad característica de los Andes y el sincretismo en su esplendor. La fiesta dura un mes y ahora se ha oficializado como las celebraciones del ‘Niñuchanchik’, que quiere decir nuestro niño, y ya es parte de la agenda de festividades del país.
Ahora, más allá de la decepción que causa nuestra clase política y el horizonte sombrío que nos depara, siempre es importante compartir estas fiestas de Navidad, ya sea en familia o con las personas cercanas. Que nos permita fortalecer esos lazos familiares y también sociales, que tanta falta nos hace, en tiempos convulsionados como los que estamos viviendo.
Toda esta introducción es para entender que, más allá de mi espíritu navideño, no hay nada que celebrar si cada día nos horrorizamos viendo las imágenes de la masacre a la población civil en Palestina, que, según reporte de los organismos de las Naciones Unidas, ya sobrepasa las veinte mil víctimas, de las cuales más de ocho mil son bebés y niños palestinos; esto sin contar que desde hace décadas viven un régimen de apartheid y hoy viven una crisis humanitaria, privados de agua, alimentos y medicinas, con casi la mitad de la ciudad destruida por un bombardeo incesante de parte de uno de los ejércitos más poderosos del mundo como es el de Israel.
Recordemos también a los rehenes de Hamás, que tienen que ser liberados, pero parece que el gobierno de Netanyahu coincide con sus enemigos extremistas, porque ya hay evidencias de que en los bombardeos indiscriminados de Israel han asesinado hasta a los rehenes; no me imagino el dolor de sus familias.
Las imágenes de dolor en Gaza parecería que no conmueven a los poderes del mundo, ni los gritos desgarradores de los niños, ni el sufrimiento de las familias y la violencia ejercida los sensibiliza. Por eso, Netanyahu se ensaña, inclusive usando armas prohibidas como las bombas de fósforo blanco.
Así que no hay nada que celebrar si, en el lugar donde nació Jesús, sus descendientes están sufriendo por los crímenes de guerra de Israel, con la complicidad de los poderes mundiales que no dicen nada ante la barbarie.
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