Todo el tiempo me preguntan en la calle ¿qué pasa en la cabeza de los políticos para que sean tan cínicos y sinvergüenzas?

Es una pregunta difícil, porque nos están metiendo a todos en el mismo saco de los impresentables que tenemos ahora de autoridades, pero es una pregunta y afirmación sacada de la realidad que vive nuestro país. Si no, basta ver la última presentación de la presidenta Boluarte, ensayando otra de las tantas versiones que tiene para justificar los diferentes Rolex que usaba a diario.

En realidad, hay que reconocer que los políticos se han ganado a pulso esa descalificación, que desacredita la carrera política, que en su momento más bien representaba todo lo contrario, porque normalmente un político era una persona culta, un intelectual dotado de una verborrea que destacaba nítidamente.

Es innegable que la corrupción siempre ha existido, si nos remitimos a los albores de la República, pero había cierta moderación en las acciones que evidenciaban ilegalidades y corrupción; hoy no, todo ha cambiado al extremo de que ya no tienen vergüenza ni pudor para cometer sus fechorías, se han normalizado la corrupción y las trapacerías que cometen los funcionarios públicos en las altas esferas del gobierno.

Por eso no son de extrañar las declaraciones de la presidente, con las que se pretende sorprender a la opinión pública sobre el origen de sus relojes Rolex; es tan inverosímil el relato que solo muestra que se sigue enredando en sus mentiras y ni se da cuenta de que la están llevando a un callejón sin salida.

Del mensaje a la Nación se desprende que sus abogados le han estado preparando un guion para salir del paso en las investigaciones fiscales, pero que en realidad le comprometen más bien en otros ilícitos penales, además de que esos relatos surrealistas la hunden en el fango de la mendacidad, perdiendo cualquier credibilidad, hasta de sus socios ocasionales que tiene en el Congreso que han salido al frente, porque nadie se traga el cuentazo.

En realidad, la presidenta Boluarte con esta nueva mentira ha abdicado de su gobierno, porque se ha entregado en cuerpo y alma al gobernador regional de Ayacucho, porque ahora su versión tendrá consistencia en la medida que Osccorima corrobore la información y trate de elucubrar una historia consistente de por qué se ha convertido en un personaje tan dadivoso que regala Rolex a diestra y siniestra; tiene que explicar que le sobrará la plata o será también otro que tiene plata como cancha. Lo cierto es que ahora será él el que va a tener patente de corso.

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