[OPINIÓN] Richard Arce: “La estólida congresista”

La denuncia constitucional presentada por la congresista Patricia Chirinos contra el expresidente Martín Vizcarra, su gabinete y hasta a tres exmagistrados del TC, es una muestra palpable del abuso y atropello de autoridad de la congresista, en una muestra de persecución política que viene realizando este Congreso en contra de los opositores y críticos de este parlamento desprestigiado.

Y esto es sistemático, porque Chirinos está desbocada disparando denuncias constitucionales a todo lado, como la otra denuncia sin sentido que ha presentado contra el expresidente Francisco Sagasti, porque supuestamente favoreció el nombramiento de Bruno Pacheco, el esbirro de Pedro Castillo.

¿Qué tendría que ver Sagasti con ese delincuente de Pacheco? Como si hubiera algún tipo de relación entre ellos. Son tan absurdas las acusaciones, que la propia congresista Chirinos no ha sabido sustentarlas en las entrevistas que tuvo y, al contrario, mostraba no solo desconocimiento sino hasta ignorancia sobre los procedimientos parlamentarios y el equilibrio de poderes, establecidos en la propia Constitución.

Que alguien le explique a Chirinos que existe un procedimiento constitucional para plantear una cuestión de confianza, establecido en el artículo 133 de la Constitución y que lo hace el premier y se expone verbalmente en el Pleno, para lo cual no requiere invitación y menos que cierren las chapas de las puertas, como sucedió, donde por principios tuve que abrir a la fuerza una de las puertas para que ingrese el premier.

Gino Costa era congresista y tenía todas las atribuciones constitucionales para ceder la palabra a un ministro —Art. 129— y además el Art. 93 establece que un congresista no está sometido a ningún mandato imperativo ni interpelación, entonces de qué se le puede acusar.

La congresista debería presentar un proyecto de ley para institucionalizar el derecho a la estolidez, porque no hay forma de sostener sus argumentos y manipulación del poder; si así hubiera actuado con sus adláteres del movimiento regional Chim Pum, Callao, no hubiéramos tenido a los delincuentes que tuvieron de alcaldes y gobernadores en el Callao.

Guarden esta columna, porque probablemente se viene mi denuncia, y la utilizaré como prueba de la persecución política que estamos viviendo los opositores de este Congreso. Si así actuaran con los ‘mochasueldos’ y tanto delincuente que tenemos de parlamentarios, otro sería el cantar.

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