[Opinión] Richard Arce: “La colombiana”

Viendo los dominicales del fin de semana, constatamos varios destapes periodísticos para resaltar, uno relacionado a la manipulación de los procesos de licitación, por una filtración de un supuesto hacker en el OSCE, y otro de la asesora en marketing político e imagen del presidente Castillo, de origen colombiano.

A ver, desmenucemos esta historia de la asesora en un momento en que el Gobierno transita por las más sinuosas aguas de la corrupción y el descrédito público. Se trata de María Trujillo Moncaleano, especialista en comunicación política con cierta experiencia en varios países de Latinoamérica.

Nos parece saludable que el presidente Castillo por fin se dé cuenta de que requiere asesores y sobre todo gente capaz, no solo en marketing político, en diferentes áreas; porque ha demostrado ser un ignaro para gobernar, exponiendo a todo un país por sus serias limitaciones.

El problema de esta noticia radica en el halo de misterio y oscurantismo que le da siempre a estas contrataciones de asesores, sobre todo si se trata de gurús extranjeros, y se ha visto en varios gobiernos, como si fuera delito o un pecado saber que el presidente cuenta con un especialista que cuida su imagen frente al país.

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Y es aquí donde llama la atención la contratación de la Sra. Trujillo, porque la primera pregunta es cuál es el costo de sus honorarios profesionales y cómo se le paga, después de tanto escándalo de corrupción en la gestión del presidente Castillo.

El reportaje es revelador, porque la propia Sra. Trujillo trata de evadir preguntas simples de la relación contractual que tiene con Palacio, generando más incertidumbre sobre su contratación.

Las leyes del Perú obligan a las autoridades el ejercicio de la transparencia en sus actos y un tema de interés público es saber quiénes conforman el personal que trabaja directamente con el presidente.

Para la próxima, habrá que ver qué ensaya el presidente o la propia Sra. Trujillo para justificar cuando se le pregunte por su labor en Palacio. Recuerden que es un trabajo profesional, no avergüenza a nadie, ¿no?

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