[Opinión] Rafael Belaunde Llosa: Toda crisis genera una oportunidad

El turismo es una actividad intensiva en mano de obra (8% de la PEA), descentralizada e inclusiva, pues su cadena productiva es desarrollada por operadores pequeños, medianos y grandes con un enorme efecto multiplicador laboral.
[Opinión] Rafael Belaunde Llosa: Toda crisis genera una oportunidad

El Perú tiene un enorme y diversificado potencial turístico, arqueológico, paisajista, gastronómico y vivencial. En 2019, recibimos 4.4 millones de turistas internacionales, los que dejaron en el país USD 4704 millones; mientras que, en el 2004, esa cifra fue, apenas, de 1.4 millones de turistas y USD 1231 millones. Sin duda, un crecimiento notable en tres lustros.

El turismo es una actividad intensiva en mano de obra (8% de la PEA), descentralizada e inclusiva, pues su cadena productiva es desarrollada por operadores pequeños, medianos y grandes con un enorme efecto multiplicador laboral.

En los pronósticos pre pandemia, se esperaban para el 2023 la llegada de más de 5 millones de turistas internacionales y no era iluso pensar que en 15 años llegarían 10 millones de turistas extranjeros; sin embargo, los estragos de la COVID 19 y el calamitoso gobierno de Castillo, con la subsecuente convulsión social tras su fracasado golpe de Estado, ha dejado al sector al borde del abismo, pues en el 2022 llegaron 10 veces menos que los que llegaron en el 2018, el ingreso por divisas cayó de casi USD 5000 millones a USD 1042 millones.

De otro lado, es bueno saber que regiones como Ica, Arequipa, Puno y Cusco, concentran el 85% del turismo receptivo en el Perú, irónicamente, se trata de las regiones más convulsionadas políticamente y donde la actividad turística está paralizada, lo cual, nos debe llamar a reflexionar sobre la imperiosa necesidad de diversificar los destinos turísticos y poner en valor el gran potencial turístico que tiene el Perú en nuestras demás regiones.

Cechin, Chavín de Huántar, La huaca del Sol y de la Luna, Huaca Rajada, El Brujo, Kuellap son algunos destinos arqueológicos y, de otro lado, el Callejón de Huaylas, Bosques de Amotape, Tambopata, Manu, Pacaya Samiria, las playas de Piura y Tumbes son nuestros destinos paisajistas, todos ellos de enorme importancia y potencial y fuera del convulsionado circuito turístico del sur.

La puesta en valor de nuevos destinos turísticos demanda la coordinación entre el sector privado y el sector público. Si bien los privados pueden apostar invirtiendo en hoteles, restaurantes y desarrollando nuevos circuitos, el concurso del Estado es vital para contar con la infrestructura vial, aeroportuaria, de sanidad y seguridad publica, que haga posible que la actividad se desarrolle. En ese contexto, la puesta en operación del aeropuerto de Huaraz (Anta) y el de Chachapoyas es urgente.

La diversificación de los destinos turísticos, es, a largo plazo, el camino para alcanzar los 10 millones de turistas internacionales, lo que implicaría 7 millones de puestos de trabajo y más de USD 10,000 millones en divisas. En el corto plazo y en la coyuntura actual, la diversificación de la oferta turística es un herramienta para la supervivencia del sector.

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