(Perú21/Renzo Salazar)
(Perú21/Renzo Salazar)

Sigo con las analogías entre política y vida empresarial. En ambos mundos, conciliar el corto y largo plazo es un desafío monumental. Asegurar el largo plazo es imposible si no se sortea el corto, pero hacerlo difícilmente garantiza sostenibilidad. He encontrado en mis archivos un artículo de Raimundo Morales (ex CEO del BCP) que hace 13 años explicaba que el gerente (enfocado en corto plazo) “está dedicado a los movimientos tácticos… toma decisiones sobre la base de información abundante y mira las cosas a través del microscopio”. En cambio, el líder “es el propulsor de las visiones estratégicas, no piensa en la complejidad sino en el cambio, toma distancia para ver dos, cinco, ocho años en adelante. Intenta anticipar los eventos a través de un telescopio”.

Introducir las reformas constitucionales a ser confirmadas vía referéndum ha dado réditos al presidente Vizcarra, sin duda. Pero la popularidad de los políticos es volátil. ¿Fue entonces una buena estrategia de largo plazo, o solo una buena táctica de corto? Le ha permitido, en confluencia con el autoinfligido debacle del fujimorismo y sentencias favorables del TC, neutralizar su principal obstáculo, que era el keikismo sin rumbo ni filtro.

Pero a la vez, resulta cada vez más obvio que algunas de sus propuestas son hasta contraproducentes. Librarse de una oposición insufrible no debería ser pretexto para condenar permanentemente al país a un unicameralismo sin reelección parlamentaria, por ejemplo. La calidad de los próximos congresos, con esa regla, solo puede empeorar: serán igual de poderosos, pero más improvisados. Y no se sabe qué viene después. ¿Alguna reforma que ataque los problemas de competitividad e informalidad? Lo visto hasta ahora no es muy esperanzador.

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