Ha muerto esta semana el escritor español Fernando Sánchez Dragó, hombre clave en la difusión de la lectura en el mundo hispano. Dragó nació en 1936 en Madrid. De joven se incorporó al partido comunista, fue encarcelado en 1956 por sus escritos y forma de pensar. Vivió el exilio en Roma, como los antiguos españoles barrocos, y desde allí empezó a escribir en prensa. Ha publicado más de cien títulos entre novela, ensayos, artículos periodísticos y cuentos, siendo uno de los escritores más prolíficos de la lengua. Estas publicaciones lo llevaron a ganar el Premio Nacional de Ensayo (1979), Premio Planeta (1992), Permio Castilla y León de las Letras (2023), entre otros.

Sin embargo, tal vez la mayoría lo recuerde por su labor de difusión de la obra de otros autores a través de más de diez programas de televisión, en los cuales se destacaba el humor, la crítica y la entrevista entretenida. Entrevistó a Saramago, a Jodorowsky, a Sabina, a Vargas Llosa, a Julián Marías, a Aznar, a Bayly, entre otros. Si uno repasa sus entrevistas y programas de televisión, se dará cuenta de que no existía tema que a Dragó no le interesase: desde el ateísmo, el espiritualismo zen, hasta la política doméstica. Sus viajes han sido muestra de ello, viajó a la India en 1967 y ha enseñado en universidades en Japón, Italia, Senegal, Jordania, Kenia y otros países.

En sus más de cien libros abunda el lenguaje reflexivo, filosófico y místico. Los temas de sus novelas pasan por la religiosidad, la sabiduría, la salud, el rechazo al judeocristianismo, entre otros. Sus obran han sido elogiadas debido a su complejidad. Dragó, a través de los años, también se convirtió en un coleccionista incasable de libros. En su casa en Castrilfrío en Soria, el escritor poseyó más de cien mil libros, en los cuales untaba sus marcas de pan con aceite. Dijo Dragó en una entrevista que él era incapaz de botar un libro cuando alguien se lo regalaba. Tal vez se trata de la biblioteca privada más grande del mundo. “Yo soy lector, escritor y viajero. Nada más”.

Fue también un hombre polémico, sobre todo en la parte final de su vida. Su twitter podía incendiar las calles mucho más que cientos de manifestantes. Se convirtió en un acérrimo enemigo de la ‘corrección política’ argumentando que aquello era la ‘cultura de la prohibición’. Criticó abiertamente a los políticos: no se salvó Rajoy, Sánchez, Iglesias, Trump. Tal vez, en lo que fue uno de los actos más polémicos de su vida, terminó apoyando al grupo ultraderechista Vox, algo que sorprendió a propios y extraños (habiendo iniciado él en el partido comunista), y que no debe desmerecer el haber tenido una vida por los libros y para los libros. Quedan en el recuerdo sus maravillosas entrevistas, sus libros y también, por qué no, sus polémicas.