Gustavo Adolfo Bécquer (Foto: Wikimedia)
Gustavo Adolfo Bécquer (Foto: Wikimedia)

Cuando uno piensa en Gustavo Adolfo Bécquer se le viene a la cabeza la imagen del poeta romántico que murió joven, casi casi como un maldito, de tuberculosis. Uno piensa en los poemas cursis, en las golondrinas que volverán y en las estatuas de héroe que se le han erguido por toda España. Se piensa en un poeta que vivió pobre y desdichado, que no tuvo holgura económica, que no tuvo mayores intereses que los literarios y que la mala suerte lo condenó desde un principio. Todo esto tiene que ver con el mito creado alrededor de él después de su muerte.

Por suerte, en los últimos años, los investigadores se han interesado en aquellos aspectos de su vida poco conocidos. Para empezar, nuestro poeta escribió más prosa que verso. De hecho, su obra conocida empieza con Historia de los templos de España, un proyecto (monárquico y conservador) financiado por la reina Isabel II. Escribió también sus Leyendas, veintiocho narraciones de estilo corto con pinceladas góticas y similitudes con los textos de Edgar Allan Poe, que, a título personal, son mejores que sus Rimas. Trabajó gran parte de su vida en el periódico El Contemporáneo, un periódico conservador, como reportero en el Congreso; es decir, como el hombre que escribía las crónicas políticas de la época. Bécquer, al revés de lo que se piensa, fue un hombre interesado también en las cuestiones de su tiempo.

La actividad periodística le permitió vivir económicamente tranquilo. Solo en la primera parte de su vida, cuando era un joven sevillano recién llegado a Madrid, pasó por algunas penurias económicas. La vida “bohemia” de Bécquer también se dio en este breve periodo de su vida. Tal vez de este periodo de tiempo proviene la oscura imagen de Bécquer como personaje descuidado y sucio. Al parecer, esto provino de los enemigos de aquel tiempo. También se dijo que era bobo e iletrado. Por obvias razones sabemos que no fue así.

Ahora bien, la imagen que posiblemente se te venga a la mente cuando hablamos de Bécquer es la del cuadro pintado por su hermano Valeriano en 1862. Sin embargo, se han descubierto algunas fotografías del poeta en las que su imagen dista de la del retrato, en la que es retratado de forma heroica de manera premeditada. Bécquer fue un hombre que perseguía, de forma consciente, trascender. Había obtenido cierta fama local por sus actividades periodísticas y fue capaz de utilizar ello para beneficio propio.

Cuando estalló la revolución del 68, Gustavo Adolfo y su hermano Valeriano hicieron un libro de acuarelas satíricas-pornográficas cuya principal burla fue Isabel II (su antigua mecenas) y su corte. En las acuarelas se muestra a la reina teniendo relaciones con amantes, sacerdotes y animales. Mientras a su esposo, el rey Francisco de Asís, se le mostraba teniendo sexo con otros hombres. Este libro se tituló Los borbones en pelota. Como se puede deducir, Bécquer fue un personaje mucho más complejo del que se suele mostrar. Incluso la muerte del poeta es otro de los temas que se han ido aclarando con el tiempo. Diversos estudios apuntan de que el poeta murió de sífilis. Al parecer, la tuberculosis fue un invento de los amigos que publicaron y manejaron su obra póstuma. Fueron ellos quienes se encargaron de construir el mito alrededor de Bécquer después de su muerte. Todo indica que, por un lado, se han escondido algunos hechos de la vida del poeta, mientras se han exagerado otros hechos. La nuevas lecturas del poeta nos acercan a un Bécquer más humano y real que, quien como todos, tiene luces y abismos de oscuridad.