“A diferencia de lo que ocurre en el sector privado donde los ejecutivos son evaluados por el cumplimiento de metas, en el Estado nadie rinde cuentas”. (Foto: El Comercio)
“A diferencia de lo que ocurre en el sector privado donde los ejecutivos son evaluados por el cumplimiento de metas, en el Estado nadie rinde cuentas”. (Foto: El Comercio)

Todavía el Jurado Nacional de Elecciones no ha proclamado a quién ejercerá la Presidencia a partir del 28 de julio, pero ya empieza a especularse con los nombres de quienes ejercerían tal o cual ministerio o se desempeñarían en puestos clave para el desarrollo social y económico.

En este contexto de cambio de autoridades, la peor noticia ha sido la decisión de Julio Velarde de no continuar al frente del Banco Central de Reserva. Sus cualidades personales y profesionales le permitieron liderar un equipo que supo tomar decisiones, no siempre fáciles y que a veces lo enfrentaban con ministros y grupos de interés. Sin embargo, nunca dejó de tomar las medidas requeridas para cumplir con la clarísima misión del BCR, que es la de preservar la estabilidad monetaria.

¿Qué ha pasado, sin embargo, con otras instituciones, desde gobiernos regionales hasta ministerios? En el caso de los ministerios, los cortos periodos de los ministros del último quinquenio han hecho difícil exigir resultados o asignar responsabilidades. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en el sector privado donde los ejecutivos son evaluados por el cumplimiento de metas, en el Estado nadie rinde cuentas; más aun, tomar decisiones (aunque sean correctas) aumenta el riesgo de enfrentar luego un juicio mientras que no hacer nada asegura un sueldo y una vida tranquila.

En el caso de los gobiernos subnacionales, las constantes han sido la incapacidad y la corrupción. Con las excepciones que siempre hay, la falta de obras públicas y de proyectos de desarrollo productivo son evidencia clara de que el proceso de descentralización ha sido un fracaso para el Perú: en periodos donde ha habido recursos, estos no se han utilizado para salir de la pobreza de manera sostenible. Para que ello cambie, se necesitará mucho más que gente ávida por un auto con circulina.