“Las imágenes son dramáticas, así como los pedidos de ayuda. Personas que han visto cómo sus casas, literalmente, se las llevaba el río”.
“Las imágenes son dramáticas, así como los pedidos de ayuda. Personas que han visto cómo sus casas, literalmente, se las llevaba el río”.

Cuando un evento negativo viene inmediatamente después de otro, se dice que “tras piedras, palos”. En el Perú bien podríamos decir que, tras piedras, palos y balas, lluvias y huaicos. ¡Cuánto esfuerzo dedicado durante las manifestaciones a ponernos nosotros mismos la zancadilla, generando pérdidas de bienes, así como de empleo e ingresos para que lleguen las lluvias y ocasionen más daño a una población que venía poco a poco recuperándose de uno de los picos de la crisis política!

Hace unos meses, cuando se hablaba de falta de lluvias en la sierra, Fernando Cillóniz salió a decir que era lógico pues aún no era época de lluvias. Y vaya que llegaron. No en vano usamos los peruanos esa expresión “le cayó el huaico”, que, a la luz de los hechos recientes, no necesita explicación. No todos los años, pero sí con alguna frecuencia, el exceso de lluvias hace que los ríos se salgan de su cauce, se activen las quebradas y miles de familias queden sin hogar. Pasa el susto o, más bien, la tragedia, y la historia se repite: las personas se vuelven a instalar allí donde se sufrió la desgracia, con la esperanza de que no vuelva a ocurrir. Algunos no tienen adonde más ir y las autoridades no tienen mayor interés o incentivos a comprarse el pleito: allá ellos, están advertidos. Un caso más en el que la prevención cuesta sin que se vea ningún beneficio inmediato, solo el costo. Y sabemos que las decisiones de los esfuerzos con resultado a largo plazo no tienen incentivos para realizarse.

Las imágenes son dramáticas, así como los pedidos de ayuda. Personas que han visto cómo sus casas, literalmente, se las llevaba el río, tanto las de cartón y madera como las construcciones de material noble de dos o tres pisos, construidas sin cimientos y prácticamente sobre el río. Esas personas que lo han perdido todo requieren desde un lugar donde guarecerse hasta alimentos. El gobierno dice que les dará bonos de 500 soles. Por otro lado, tal como lo hicieran durante el fenómeno de El Niño de 2017, diversos grupos privados están prestando maquinaria para apoyar en las zonas afectadas. Otros, a través de las redes sociales, están organizando colectas para la donación de bienes y alimentos.

Así, de repente, ese país que hace unos días era un país convulsionado y enfrentado socialmente muestra que, ante una desgracia mayor, puede convertirse en un país solidario, dejando de lado lo que nos separa y mostrando esa unidad que puede ir más allá de un partido de fútbol de la selección, y que no debemos permitir que ningún político nos la arranque utilizando discursos de odio de clases y racismo.

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