“Lo que funcionó fue el mercado y un Estado que adecuó la legislación a la realidad de un sector en que la demanda de trabajo depende del ciclo de producción”.
“Lo que funcionó fue el mercado y un Estado que adecuó la legislación a la realidad de un sector en que la demanda de trabajo depende del ciclo de producción”.

Entre los trasnochados ofrecimientos del Gobierno está el “anuncio-amenaza” de una reforma agraria. La reforma de los 70 fue un hito importante en la historia económica del Perú: sí que había injusticias sociales por resolver, pero en el agro se fracasó y desapareció una actividad en la cual el Perú destacaba. La falta de inversión, tecnología y la atomización de la propiedad, destruyeron una agricultura donde destacaban cultivos como los de azúcar. ¡Que tuvimos que reemplazar con edulcorante (mucho antes de la moda light o zero)!

Hoy, la agricultura peruana es totalmente distinta y un sector sobre el cual nos sentimos orgullosos: para alcanzar los primeros lugares en la exportación de quinua, espárragos, uvas, arándanos o paltas; para dar empleo formal y de calidad a cientos de miles de trabajadores (muchas veces, mujeres) y sacar de la pobreza a sus familias; para pasar de US$634 millones de exportaciones en el 2001 a US$7,500 millones en el 2020 no ha sido necesaria una “reforma agraria” impuesta por el Gobierno.

Lo que funcionó fue el mercado y un Estado que adecuó la legislación a la realidad de un sector en que la demanda de trabajo depende del ciclo de producción; que redujo aranceles a la importación de equipos, insumos y bienes de capital y fomentó así que se diera la inversión privada que aumentó productividad y posicionó a los productos peruanos en mercados que exigen altos estándares de calidad y procesos, cumpliendo así con exigencias que van desde lo ambiental a lo laboral.

Los gobiernos que acompañaron esta historia ayudaron porque no estorbaron.

¿Qué se pretende ahora con el anuncio de una reforma agraria? Ojalá sea darle impulso a los grandes proyectos de irrigación como Chavimochic, Olmos o Majes-Siguas y así extender los beneficios indiscutibles que la agricultura moderna nos ha traído.

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