“Mientras averiguamos quién, o si es que alguien gobierna, la aprobación presidencial sigue cayendo y la frustración por expectativas generadas y no cumplidas aumenta”. (Fotos: archivo GEC)
“Mientras averiguamos quién, o si es que alguien gobierna, la aprobación presidencial sigue cayendo y la frustración por expectativas generadas y no cumplidas aumenta”. (Fotos: archivo GEC)

Cada vez que uno de sus hijos se quejaba por la falta de algo, mi madre nos recitaba: “Érase un sabio que un día, tan pobre y mísero estaba, que solo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió halló la respuesta viendo, que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó”. (La Vida es Sueño)

Estos últimos años, hemos tenido que enfrentar enfermedad, dolor, muerte y desempleo. Es comprensible sentir tristeza o desazón ante tantos sueños perdidos. El entorno político es el peor que pudiéramos requerir para enfrentar exitosamente una crisis que nos afecta a todos. En un momento en el cual se requiere de unión y solidaridad, los supuestos líderes del país alientan odio y desunión. Una vez más, arruinan la oportunidad de convertir en nación a este rompecabezas que llamamos Perú, y cuyas piezas no terminan de encajar, piezas diversas, pero que deberían complementarse perfectamente entre ellas, hasta formar un todo coherente y armónico.

Para quienes pueden, es fácil decir: “¡Me voy a Madrid!”. Anticipan un Perú convertido en Venezuela y deciden que no hay espacio para construir un mejor país. Si las consecuencias no fueran tan dramáticas para la gran mayoría de peruanos, los pleitos dentro del Gobierno podrían resultar hasta hilarantes: aunque a Castillo no le hablen los pajaritos, tenemos ministros que se autorratifican, una presidenta del consejo que ignora al presidente y a quien, a su vez, sus ministros ignoran; renuncias pedidas, negadas y luego sorpresivamente logradas; cambios violentos e injerencias ilegales.

Mientras averiguamos quién, o si es que alguien gobierna, la aprobación presidencial sigue cayendo y la frustración por expectativas generadas y no cumplidas aumenta. Por ello, la vacancia, como opción descartada o viable, peligrosa o salvadora, sigue presente en el debate. ¿Cuánto más aguantará el Perú esta pesadilla?


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