A veces, alguno de los padres o un adulto responsable puede supervisar las horas de clase, pero en los muchos casos en que ambos padres trabajan o cuando hay más de un niño es casi imposible. Aquellos que antes restringían el uso de dispositivos electrónicos a sus hijos ahora han tenido que dejarlos usar libremente. Por más medidas que tomen, en estos largos meses de pandemia, sus “protegidos” analfabetos digitales (muchos menores de siete años) han aprendido a escapar de las aburridas clases por Zoom y bajar aplicaciones, ver películas y competir en juegos, superando las barreras de control colocadas por expertos.