"Hubo quienes minimizaron la corrupción de Castillo y su entorno".
"Hubo quienes minimizaron la corrupción de Castillo y su entorno".

John F. Kennedy, expresidente de Estados Unidos, dijo que había que perdonar a los enemigos, pero recordar sus nombres. Aquella frase cobra significado en el Perú, país donde quienes dieron un golpe de Estado hace dos meses y pretendieron tomar el control absoluto de la nación, ahora fungen de víctimas e, irónicamente, reclaman democracia y respeto por los derechos humanos.

Durante el gobierno de Pedro Castillo, todas las deficiencias profesionales y éticas, tanto suyas como las de sus ministros, quedaron expuestas desde el día que asumió el cargo. Su primer jefe de Gabinete defendió a la terrorista Edith Lagos y tuvo comentarios misóginos en su cuenta de Facebook. Asimismo, diversos ministros nombrados eran sumamente cuestionados. Sin embargo, hubo quienes minimizaron la corrupción de Castillo y su entorno, se burlaron llamándola “La banda del Choclito”. También quienes calificaban de extremistas o “fraudistas” a quienes alertaban de las movidas autoritarias del gobierno, aun cuando todo apuntaba a que Castillo buscaría imponer una dictadura.

Dos meses después y aún se escucha a esos “gurús” de la academia y del activismo disfrazado de periodismo que pasaron por agua tibia los escándalos y autoritarismo del gobierno de Castillo. Incluso se entrevista a exmiembros del gobierno castillista como Mirtha Vásquez (quien nunca entregó la lista de Sarratea) o Anahí Durand, quien se vanagloriaba como defensora de las mujeres y minorías, pero pasó por agua tibia el machismo y homofobia de varios ministros de Castillo.

De nada servirá que el Perú haya sobrevivido a Castillo si se continúa escuchando a quienes se pusieron una venda en los ojos para no aceptar el riesgo real que significaba que un improvisado, autoritario e ignorante sea presidente.