[Opinión] Mónica Delta: Raspa y gana
[Opinión] Mónica Delta: Raspa y gana

Frotar y empatar. ¡Tal para cual! Congreso y Ejecutivo se enfrentan para empatar, para que nada cambie, para que todos se queden en el lugar donde están. Por momentos, fuegos artificiales, chispas ardientes, como cuando raspas el cartón y tienes unos cuantos segundos de adrenalina por la posibilidad de un número ganador que se desentona cuando aparece la frase clave que te desilusiona: ¡Vuelve a intentarlo!

El ciudadano, distante a la escaramuza de los políticos, los mira con desprecio pero no se detiene porque sabe que su presente es malo y que su futuro inmediato puede ser peor. Sabe que ninguna autoridad, ni en el gobierno ni en el Parlamento, demuestra compromiso real con los verdaderos problemas del Perú.

Solo buscan dividir para seguir “ganándose” alguito o comprando tiempo para continuar con los privilegios que les da estar sentados en el salón dorado o en una curul. Mientras tanto, la familia presidencial y el gabinete con demasiadas sombras, con ministros y cercanos investigados por corrupción y otros fugados de la justicia. Y la familia Fujimori destruyendo a los miembros de su propia familia. Kenji Fujimori acaba de ser sentenciado por una denuncia impulsada por su hermana Keiko y su partido Fuerza Popular. Un Congreso inoperante cuando intenta hacer control político, sin embargo, “eficiente” para que parezca que enfrentan al poder pero en realidad son incapaces de arriesgar su comodidad. Ni siquiera intentan leer mejor el peligro que el país está viviendo. Un Pedro Castillo que aprendió, no a gobernar, sino a rodearse de defensores personales que en lugar de buenos profesionales dentro del Consejo de Ministros lo ayudan a sobrevivir a cualquier costo.

Él, solo tiene que seguir victimizándose por su extracto social, el color de su piel, que, al fin y al cabo, le han dado algunos réditos reforzándolo en las encuestas, por un nicho de identificación. El presidente encontró un camino simple en la repetición de la queja lastimera, señalando con el dedo a “oportunos culpables” de “su desgracia”, pero los problemas estructurales del país siguen intactos por su probada incapacidad de gobierno. Y me atrevería a decir que estarán mucho peor si no salimos de este círculo vicioso pronto.

Queda en evidencia que los pobres están más pobres, aunque, claro, algunos de los familiares, amigos y paisanos del jefe de Estado, ya no son pobres en este país “rico”. ¡Lo lograron en tiempo récord!