[Opinión] Mónica Delta: ¿Dónde está Pedro Castillo?
[Opinión] Mónica Delta: ¿Dónde está Pedro Castillo?

No me refiero al área geográfica donde se ubica mientras espera la decisión del JNE. Nos referimos a quiénes serían los protagonistas en un eventual gobierno suyo, cuando faltan 21 días para que asuma la nueva administración. Vemos (a veces escuchamos) a los señores Francke, Cevallos, Salaverry, también a representantes de gremios distintos, entrando y saliendo de su bunker en Breña, pero sigue siendo un misterio si Pedro Castillo ya eligió o solo evalúa posibilidades de contratación.

Vladimir Cerrón es su “roca en el sombrero” cuyo peso negativo es cada vez mayor para el profesor Castillo, incluso, antes de empezar el partido llamado Perú. Esa decisión la tendrá que tomar más temprano que tarde. ¿Cuáles son sus mecanismos de evaluación? ¿Por qué tanto silencio de Castillo? El Día del Maestro esperábamos algún pronunciamiento de fondo en un sector que, imaginamos, tendría una valoración importante en un eventual gobierno suyo, pero se contentó con un tuit y una foto con su torta de felicitación

¿El silencio de Castillo es prudencia?, ¿es revestir de misterio el desconocimiento, la improvisación?, ¿es indecisión para determinar qué grupo humano puede cerrar mejor un círculo de confianza para gobernar?, ¿es una pugna de poder en el interior de Perú Libre que neutraliza su poder de decidir qué perfiles requiere para gobernar? Muchas preguntas sin respuestas porque definitivamente su relación con la prensa es casi nula. Pedro Castillo decidió desde la campaña no responder a entrevistas, salvo que sean “al paso”. Era válido pensar que no quería equivocarse para seguir manteniendo la ventaja. Sin embargo, pasada la campaña, hoy sigue en la misma actitud. Si el reportero es “bendecido por su palabra” llevada por el viento, sigue sin darle opciones a ninguna repregunta sobre quiénes lo acompañan, para qué y por qué.

La ciudadanía tiene derecho a tener mejores luces sobre cómo afrontar la tercera ola de la pandemia, la recuperación económica, las reformas políticas que pretende y la transformación educativa que siempre dejó en titular.

El monotema de que quiere una Constituyente que tenga “olor y sabor a pueblo” no deja de ser un simbolismo, pero de ninguna manera responde a las verdaderas necesidades del Perú en su bicentenario, ni tampoco es por lo que ha votado el país.

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