El estancamiento económico, desempleo, pobreza, las brechas sociales, la poca atención a las necesidades básicas y otras deficiencias que afectan la calidad de vida de los peruanos, generan un evidente descontento, pero no justifican los violentos enfrentamientos ni los continuos ataques a la propiedad pública y privada. Los promotores de estos actos no persiguen el bien común, sino intereses particulares y políticos, manchando el derecho a la protesta de peruanos que viven alejados de la prosperidad.