Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.
Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.

La instalación de una para redactar una nueva Constitución es el pilar del proyecto político del presidente , de y , de Verónika Mendoza y Nuevo Perú, del Frente Amplio de Marco Arana y de Juntos por el Perú. Todos partidos que en mayor o menor medida forman parte del actual gobierno, y convencidos de que lo fundamental es plasmar un nuevo régimen económico que garantice una capacidad reguladora y planificadora del Estado.

Por eso, hablar de un presidente rehén o títere de un todopoderoso Vladimir Cerrón no llega a tener mucho sentido como la explicación de las turbulencias políticas que hoy vivimos. Seguramente algunas discrepancias y presiones de uno y otro lado existen, pero todos caminan hacia el mismo y bien definido objetivo. Y es por eso que el debate político debe pasar por este escenario y no por buscar imaginarias contradicciones entre Castillo y Cerrón para crear la falsa ilusión de que el presidente pueda terminar siendo un converso que acaricie otras corrientes ideológicas.

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Es verdad que hasta ahora el presidente Castillo ha mostrado una falta de capacidad para tomar decisiones que den señales claras de liderazgo, capacidad de gestión y certidumbre política, y que eso juega en contra de un proyecto político de cambio de Constitución cuya viabilidad pasa en gran medida por un sostenido respaldo popular. Pero tampoco hay que perder de vista que el propio gobierno podría canalizar ese descontento de la gente culpando de su mala gestión a las ataduras legales que le imposibilitan cambiar un modelo que beneficia a unos pocos y excluye a las mayorías.

Agotar la batalla legal en el Congreso parece por ahora ser el primer paso de Perú Libre, que ha presentado dos proyectos de ley para incorporar la Asamblea Constituyente como una forma de cambio total de la Constitución.

Lea mañana a: Álvaro Henzler

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