(Foto: Archivo Comercio)
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En unos días serán las elecciones y aunque elegimos cada día, no siempre entendemos que las consecuencias son el resultado de la suma de esas decisiones; se supone que lo hacemos sobre la base del conocimiento y por eso debemos hacernos responsables. En democracia ese acto de libertad se traduce en el voto y el conocimiento se garantiza a través de la libertad de expresión. Sin embargo, en el mundo de las redes, las noticias falsas, los videos editados y con un nivel tan alto de polarización, la responsabilidad es fundamental; mientras más difícil es la decisión, más importante es dimensionar las consecuencias. Votaré por Keiko Fujimori, lo haré con la convicción de que no me mueve el miedo, ni el odio, ni ningún interés subalterno. Lo haré con esperanza y con responsabilidad, consciente de que estaré presente en la vida de mi país defendiendo la memoria, los derechos humanos y la garantía de independencia del Poder Judicial. Me ilusiona que se pueda escribir una nueva historia en democracia y recuperar la confianza de quienes hoy les damos una oportunidad, liberándonos por fin del anti. Otra parte de la población votará por Castillo; respeto pero no comparto su opinión. Para mí se trata de la forma como veo y entiendo el país y la libertad. No creo en la sujeción, ni en los partidos únicos, ni en la restricción a las libertades ni en las economías centralistas, ni que el Estado controle el mercado. Finalmente, están quienes votarán en blanco o viciado; es su derecho, pero les recuerdo que el argumento de que ninguno los representa no impedirá que el Perú sea gobernado por alguno de ellos.

Lo primero que tendremos que enfrentar es el 7 de junio, que por coincidencia es el Día de la Bandera, ese día por orden de Lagos los peruanos fueron fusilados, el mandato fue que no habría prisioneros. No debería haber otro 7 de junio sangriento; hagamos un ejercicio de respeto al otro, de respeto al resultado, de contención. Si alguien cree que será solo ir a votar, seguramente es de los que se sorprendió por lo que pasó en Vizcatán. Es terrible y doloroso, pero no es un hecho aislado, viene pasando hace tantos años que ya no es noticia, es el terrorismo financiado por el narcotráfico que todavía mantiene secuestrados a comuneros y asháninkas en el Vraem.

MIRA: ¿Todo está mal?

No volvamos a vivir con los ojos cerrados, hay un Perú que duele, al que no escuchamos, que no creció con la economía, que necesita un estado que funcione. Ese Perú debería obligarnos a dejar de pensar en la “dignidad del voto” o en lo que protegemos al callar y obligarnos a decidir… un voto hará la diferencia.

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