Protesta contra Pedro Castillo. (Foto: @photo.gec)
Protesta contra Pedro Castillo. (Foto: @photo.gec)

Hace pocos días me junté con Juanma. Él, gerente general de una reconocida empresa multinacional, formado en una muy buena universidad americana, me había escrito por wasap para consultarme sobre un posible servicio. Juanma es excompañero de promoción de mi colegio Santa María, y una persona bastante inteligente. Suele ir a marchas con la bandera del Perú y con parte de su familia, a quienes estimo.

Nos citamos en el Country Club, y luego de dos piscos catedrales, me pregunta si es que iba a ir a la marcha del 5 de noviembre “contra el terrorismo”. Le explico que me regresaba el viernes a Montevideo, y que igual no hubiese ido. Se ríe someramente, mira a un costado, y me cuestiona el “por qué no alzo la voz en mis redes contra los terroristas”. Le cuento que trabajé en el Estado; de mis conocimientos de gestión pública y política, le aseguré que hasta el momento no vi ningún acto concreto que beneficie o apoye al terrorismo desde el gobierno. Lo que sí, le enfatizo, es que este es uno de los gobiernos más burdamente corruptos de los que he visto en mi vida.

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¡Pero no te das cuenta de que nos gobiernan bajo su modelo comunista! –afirma mi ex promo de colegio y posible cliente. Le digo que, más allá de que es notable que muchos de los que forman el gobierno y su partido tienen ideologías comunistas, de izquierda radical u otras tendencias, más bien lo que a mí me asombraba –le comenté– era que muchos pensaban igual que él; incluso amigos en común del rubro construcción, que estaban ganando mucho dinero en medio del “gobierno comunista”.

Terminada la noche, nos dimos un abrazo. Me confirmó dos días después que iba el proyecto como me había propuesto y me cuenta que había cerrado trato con una empresa canadiense gigante. “Imagínate si no hubiera comunismo”, le dije. Ambos reímos.

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Mariano Gonzalez