[OPINIÓN] Luis Carranza: “Atando a Ulises”.
[OPINIÓN] Luis Carranza: “Atando a Ulises”.

El canto XII de la Odisea nos narra cómo Ulises evita caer bajo el hechizo del canto de las sirenas colocando tapones en los oídos de sus marineros y él atándose al mástil de la embarcación. De esta forma, podía escuchar el bello canto de las sirenas, pero estaría imposibilitado de arrojarse al mar porque se encontraba atado. Este mito griego explica por qué se requieren ciertas instituciones que establezcan mecanismos de control y generen reglas claras de comportamiento, de tal forma que se evitan actos discrecionales que terminan produciendo graves daños.

El problema de fondo es que las personas respondemos a incentivos. Si tengo un beneficio variable, me esforzaré más. Por el contrario, si no me pueden botar de mi trabajo y mi salario es fijo, no tengo por qué esforzarme tanto, y así sucesivamente. Por lo tanto, las reglas, los controles y la supervisión determinarán el correcto comportamiento de las personas. Estas son las ataduras que necesitamos ponerle a Ulises.

Apliquemos estos conceptos a las empresas públicas. ¿Quiénes son los dueños? Somos todos los peruanos. Pero ¿quiénes toman las decisiones? Personas que han sido nombradas por otras personas que acceden al poder temporalmente. ¿Qué incentivos tienen? ¿Cumplir los objetivos de la empresa o hacerle caso al político de turno que los nombra? Evidentemente, hacerle caso al político de turno, porque, de lo contrario, pierden el puesto de presidente o director de la empresa.

Analicemos ahora la decisión de hacer una nueva refinería en Talara. Por regulación, se tenía que reducir el contenido de azufre en el combustible usado en Perú. Por tanto, nuestras refinerías debían adecuarse o dejar de operar. La Pampilla, refinería privada, hizo una inversión de 741 millones y desde 2016 empezó a refinar con el nuevo estándar. En el caso de Petroperú, empresa pública, se decidió hacer una nueva refinería, aumentando su capacidad a un costo que cada año iba subiendo, y se llegó a cerca de 6,000 millones de dólares, financiado con deuda.

¿Resultados? Petroperú está quebrada. Todos los peruanos (¡para eso sí somos dueños!) le hemos inyectado 2,250 millones de dólares entre capital, préstamos y garantías, y ahora está exigiendo 2,635 millones de dólares adicionales (entre capitalización y préstamos). Pero lo peor es que no solo seguirán pidiendo más plata, sino que se están distorsionando las cosas. Primero, quieren tomar los lotes petroleros para aumentar sus ingresos corrientes, con lo cual se afectaría la inversión en exploración petrolera. Esta iniciativa se puso bajo evaluación, luego del fuerte rechazo de la opinión pública. Segundo, tratarán de subir el margen de refino todo lo que puedan, por encima de los niveles competitivos, para generar más caja. Aquí los peruanos financiaremos de manera escondida a Petroperú pagando un combustible más caro. Esto va en contra del supuesto objetivo fundamental para no privatizar la empresa. Es decir, evitar que se pague un precio de combustible por encima del valor de mercado. Con esto, la empresa pública termina siendo un fin en sí mismo, y sus ineficiencias solo beneficiarán a la otra refinería privada. ¡Absurdo!

¿Por qué la empresa tomó esa decisión tan mala? Porque los políticos se lo ordenaron. Una decisión tan absurdamente mala solo se toma por estupidez o por corrupción. Escoja Ud., estimado lector, cuál cree que fue la razón.

Estos Ulises enloquecidos siempre han generado un grave daño a la sociedad. La pésima gestión de las empresas públicas se traduce en un fuerte déficit fiscal. En el gráfico 1 vemos el porcentaje del déficit fiscal explicado por las empresas públicas en Perú en 1990, y en Bolivia y Argentina en 2022. Actualmente, la tendencia del déficit de empresas públicas peruanas viene creciendo de manera preocupante (gráfico 2).

¿Cómo atamos a este Ulises enloquecido? Solo hay dos formas. La primera es privatizar Petroperú. El Estado asume la deuda y lo que se pague por la empresa servirá para reducir la deuda. Como la empresa está quebrada, perderemos entre dos y tres mil millones de dólares. Pero el problema se acaba, la gasolina bajará de precio y tendremos inversión de exploración petrolera.

Si no hay capacidad ni voluntad política para esto, por lo menos deberían tener un directorio independiente. Elegido de una terna propuesta por empresas especializadas y ratificados por una comisión del Congreso. Totalmente blindados para que manejen eficientemente la empresa y sin que los puedan remover de sus puestos. En la misma figura de independencia que existe con los directores del banco central. Si no encadenamos a Ulises, terminaremos naufragando.

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