Es el presidente de turno el encargado de hacer oficial el nombre que llevará el año. En este caso, Martín Vizcarra tendrá que dar a conocer el Nombre del año 2019. (Foto: Andina)
Es el presidente de turno el encargado de hacer oficial el nombre que llevará el año. En este caso, Martín Vizcarra tendrá que dar a conocer el Nombre del año 2019. (Foto: Andina)

La Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política entregó su informe al presidente Vizcarra. El trascendido es que viene con propuestas de proyectos de ley y cambios constitucionales que van desde el redimensionamiento de los distritos electorales para que sean más pequeños hasta el tan necesario financiamiento público de partidos. Si todo esto es así, sustancioso y atrevido, Vizcarra tiene ahora en sus manos una bala de plata que podría significar el legado principal de su gobierno: un sistema político distinto y mejor al que tenemos ahora.

Soy muy optimista de que un cambio del sistema político a 2021 es posible, primero por la calidad de profesionales que han sido parte del equipo que trabajó el informe y, segundo, por la narrativa generada por la coyuntura pre referéndum de finales del año pasado, con la que se logró conectar a la calle con la urgencia de una reforma que ya se ha hecho esperar demasiado. Sin apoyo de la calle, este esfuerzo sería inútil.

En un momento en que el Gobierno ha perdido ritmo ante la falta de vocería política y un viaje al viejo reino que muchos sintieron inoportuno, este es un buen pretexto de relanzamiento y reconexión. Sin un Gobierno capaz de movilizar, será muy difícil concretar una reforma que sea incómoda a los caudillos y partidos cascarón. Solo noten cómo el fujiaprismo se ha opuesto sistemáticamente a cualquier cambio real. De hecho, de todas las reformas judiciales enviadas al Congreso en los últimos meses solo una se ha aprobado, así que es predecible lo que pueda ocurrir cuando la reforma política llegue a sus manos. Por eso es muy probable que en unos meses volvamos a las urnas para otro referéndum.

Lo indiscutible es que la reforma tiene que verse integralmente y no en pedacitos. No queremos un nuevo Frankenstein.