(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

En varias oportunidades, el gobierno ha dicho que el turismo es clave para el desarrollo. Por supuesto, coincidimos. A pesar de la grave crisis, tiene el potencial de generar cientos de miles de empleos descentralizados y promover un gran crecimiento. Sin embargo, preocupa la desconexión entre lo que el Ejecutivo dice y hace. Y si vemos los hechos, son contrarios a la reactivación.

En un contexto donde el mundo vuelve a viajar, solo correremos la ola si damos señales firmes y positivas, hacia dentro y fuera del país. Si no, se prolongará la crisis, como viene ocurriendo en cada uno de los segmentos de nuestra industria. El turismo doméstico –la base del sector– tiene como motor a la clase media (que desarrolla los destinos que luego visitarán los extranjeros). Pero si el bolsillo está golpeado y el desempleo acecha, nadie va a animarse a viajar. Va un gol en contra. Con el turismo corporativo, mientras exista desconfianza empresarial, no habrá inversiones. Y sin ellas los viajes de negocios seguirán paralizados. 2 a 0. Por último, el turismo receptivo, que había mostrado señales alentadoras, ya empezó a frenarse, porque los tours, operadores y viajeros extranjeros preguntan por el terrorismo y si seguiremos siendo un destino seguro. 3 a 0. (4 a 0 si contamos la idea de desactivar el ministerio). Las comparaciones son odiosas, pero nuestros vecinos del Ecuador están experimentando un envidiable repunte en turismo, gracias a la estabilidad que proyectan.

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En la reciente presentación del gabinete se habló de impulsar el turismo comunitario y apoyar a los emprendedores. ¿Pero qué mercado van a atender si no hay turistas? Urge un trabajo multisectorial serio de parte del Ejecutivo, que genere confianza y estabilidad para que los turistas regresen. De lo contrario, lo que hablen del turismo serán solo palabras.

Lea mañana a: Patricia Teullet

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