“Si una empresa confía en que se demandarán más de sus productos, se decidirá por contratar más personal”. (Foto: Andina)
“Si una empresa confía en que se demandarán más de sus productos, se decidirá por contratar más personal”. (Foto: Andina)

El anuncio que dio el equipo técnico de Perú Libre para buscar la continuidad de Julio Velarde en el BCRP tuvo más éxito para mitigar la depreciación del tipo de cambio que las propias intervenciones de la autoridad monetaria, haciendo que la cotización retroceda de S/3.98 a S/3.89 en solo un par de días.

El repentino fortalecimiento del sol se debió exclusivamente a la confianza que generó la señal que dio Castillo, lo cual es positivo, hay que reconocerlo. Sin embargo, pese a lo contundente del hecho, me queda claro que nuestra clase política ignora lo fundamental que es la confianza para que una economía prospere. Lo es incluso más que la propia infraestructura y solo se necesita algo de sentido común para entenderlo.

Si un inversionista confía en que no cambiarán las reglas de juego, se decidirá por invertir en el país. Si una empresa confía en que se demandarán más de sus productos, se decidirá por contratar más personal. Si una persona confía en que continuará en su trabajo, consumirá sin el temor de tener que guardar pan para mayo. En resumen, la confianza mueve la economía.

Lamentablemente, con cada gobierno que pasa, la confianza en el país se deteriora, lo que se refleja en el desempeño económico. Por ejemplo, durante el segundo gobierno de Alan García, la inversión privada creció anualmente en 18.7% en promedio. Luego, con Humala el crecimiento se redujo a 8.4% en promedio. Finalmente, en este quinquenio cayó a 3.9%, sin considerar el efecto pandemia.

Si el siguiente gobierno no se centra en recuperar la confianza de los mercados –o, peor aún, termina de destruirla–, prosperar en el Perú será algo imposible.

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