“Quienes cotizan en las AFP y piensan votar por Castillo o, por “dignidad”, votar blanco/viciado, deben saber que están condenando su vejez”.
“Quienes cotizan en las AFP y piensan votar por Castillo o, por “dignidad”, votar blanco/viciado, deben saber que están condenando su vejez”.

La propuesta de Pedro Castillo de eliminar las AFP para que los fondos de jubilación sean gestionados por el “Banco –estatal– de los trabajadores” es un desatino, porque implicaría repetir el desastre previsional que sufrieron los peruanos antes de 1992. Vale la pena recordar esta historia.

Antes de la creación del Sistema Privado de Pensiones, los trabajadores peruanos estaban obligados a aportar al Sistema Nacional de Pensiones, creado durante el gobierno de Velasco en 1973 y gestionado posteriormente por el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS) en 1980.

El SNP funcionó inicialmente como un sistema de “Capitalización Pura Global”, en el que los trabajadores acumulaban sus aportes en un fondo común, el cual debía generar la rentabilidad suficiente para pagar las pensiones, las cuales eran iguales para todos los jubilados.

Sin embargo, nada de esto sucedió porque el IPSS despilfarró los fondos; mediante la contratación de personal en exceso, el cual pasó de 20 mil en 1980 a 41 mil en 1989; la disposición de aumentos salariales de forma indiscriminada y mediante préstamos al Gobierno a través de “inversión” en bonos de reestructuración y fomento (Boloña, 1995).

El problema fue que el Estado se dedicó a ganar popularidad en lugar de generar rentabilidad. ¿Cuál fue el resultado de esto? Un rendimiento anual promedio negativo de 38% (Banco Mundial, 1994) que obligó a que el “Sistema de Capitalización Global” del IPSS se transforme en el quebrado sistema de reparto plasmado en la ONP.

Quienes cotizan en las AFP y piensan votar por Castillo o, por “dignidad”, votar blanco/viciado, deben saber que están condenando su vejez.


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