El encarecimiento del GLP impacta actualmente en el precio del balón de gas doméstico de 10 kilos. (Foto: GEC)
El encarecimiento del GLP impacta actualmente en el precio del balón de gas doméstico de 10 kilos. (Foto: GEC)

El lunes, después de más de un mes de silencio, el presidente Castillo se dignó a dirigirse a la población para comunicar las primeras medidas relevantes de su gobierno, entre las cuales destaca, de manera no grata, la inclusión del GLP en el Fondo de Estabilización Fiscal de Precios de los Combustibles (FEPC) para frenar el alza del precio del balón del gas.

La medida podría parecer razonable y novedosa, pero en realidad es una política ochentera que generará presiones inflacionarias y pronunciar aun más el déficit fiscal. Lo que “ahorraremos” en balones de gas lo terminaremos pagando eventualmente en impuestos.

El hueco no será pequeño, porque reducir en S/10 el precio del balón de gas costará S/4 millones al día, lo que equivale a S/1,500 millones, según datos de Osinergmin. Es decir, el déficit anual promedio del FEPC se incrementará en 125% aproximadamente, de S/1,146 millones, en los últimos dos años, a S/2,586 millones.

El problema con esta medida es que no existen los instrumentos para canalizar el subsidio (sí, esto funcionará como un subsidio) a quien realmente lo necesita. En la práctica, un restaurante podría beneficiarse más que una familia que califique como pobre si no se aplican filtros de asignación.

Una alternativa para ayudar a los más necesitados, sin multiplicar la deuda del FEPC en el camino, podría ser exonerar el pago de impuestos al balón de gas a las familias más necesitadas, los cuales, según datos de El Comercio, equivalen al 15% del precio final (S/7.74). Así, nos libraríamos de entregar un subsidio a ciegas.

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