Merecido el jalón de orejas público que el MEF dio a los gobernadores locales y regionales, principalmente a los de zonas vulnerables a las lluvias, por registrar un nivel insignificante de ejecución en el presupuesto destinado a atender desastres naturales al término del primer trimestre del año: Lima, 8%; Lambayeque, 8%; Piura, 8%; La Libertad, 7%; Ancash, 6%; Tumbes, 2%; e Ica, 1% (MEF, 10.04.23).
Si bien es cierto que las actuales autoridades son nuevas y cursaron un proceso de instalación; deben comprender que el país les demanda acelerar su aprendizaje. Nos quedan unos ocho meses antes de que el FEN haga más estragos en el país y necesitamos ejecutar los recursos de los que disponemos lo antes posible en obras y acciones que sean efectivas para mitigar el daño.
El problema es que el país está esperando que pase algo que casi nunca ocurrió desde que tenemos registros de ejecución presupuestal de gobiernos subnacionales. Me parece insensato que el bienestar de muchos dependa de una improbabilidad. Por eso, creo que los gobernadores locales y regionales deberían tomar consciencia de sus limitaciones y pedir ayuda porque a todos nos interesa lo mismo.
Con quienes deberían trabajar hombro a hombro es con el sector privado, que tiene mucho conocimiento y recursos, está interesadísimo –como todos– en resolver el problema y está muy dispuesto a ayudar: lluvias afectan a 8 de cada 10 empresas en el país (Ipsos/Gestión). Si las nuevas autoridades son sabias, sabrán pedir ayuda y coordinarla. Si son necias, intentarán hacer todo solas y nos arrastrarán al desastre.