Calificaron de traidor al Oreja Flores por decirle NO al comunismo y ejercer su legítimo derecho de expresión, pero callaron cuando se utilizaron sus palabras para intentar favorecer al profesor Pedro Castillo, señala el columnista.
Calificaron de traidor al Oreja Flores por decirle NO al comunismo y ejercer su legítimo derecho de expresión, pero callaron cuando se utilizaron sus palabras para intentar favorecer al profesor Pedro Castillo, señala el columnista.

Impresiona la indignación de un grupo de ciudadanos contra la prensa por haberse “parcializado” a favor de Keiko Fujimori; cuando solo bastan algunos minutos de cobertura a Pedro Castillo, Vladirmir Cerrón y compañía para evidenciar su altísimo nivel de improvisación, sus constantes contradicciones y lo peligroso que sería para el país su llegada al poder.

Constantemente recuerdan los pecados de la hija del dictador, como los abusos de su bancada en el Congreso pasado (lo cual está perfecto). Sin embargo, condenan a quien legítimamente se decide por su candidatura; pero a su vez guardan un silencio sepulcral ante el evidente talante antidemocrático de la cúpula de Perú Libre y, peor aun, ni se inmutan sobre lo nefasto que sería para la economía la aplicación del “ideario”.

Calificaron de traidor al Oreja Flores por decirle NO al comunismo y ejercer su legítimo derecho de expresión, pero callaron cuando se utilizaron sus palabras para intentar favorecer al profesor Pedro Castillo. Se indignan porque se “manchó” la camiseta de la selección y la honra de los otrora héroes nacionales que nos llevaron a Rusia, solo porque no piensan como ellos.

Si estos ciudadanos no tienen un candidato de su agrado es culpa suya porque eligieron dispersar su voto con un Julio Guzmán que nunca dio la talla, ignorar el avance de Yonhy Lescano y apostar por Veronika Mendoza, versión edulcorada de Castillo.

Si hoy tenemos que elegir entre un sarcoma del que te puedes curar y una inyección letal es gracias a ellos. Así que, si van a criticar a Keiko Fujimori por legítimas razones, eviten elevar a nivel de adalid democrático a Pedro Castillo, porque evidentemente no lo es. Más coherencia y menos doble rasero.