“Aquí no falló el sistema de creación de riqueza –libre mercado– sino el sistema de distribución a cargo del aparato estatal”. (Foto: Grupo El Comercio)
“Aquí no falló el sistema de creación de riqueza –libre mercado– sino el sistema de distribución a cargo del aparato estatal”. (Foto: Grupo El Comercio)

En 200 años de historia republicana, nunca se logró mejorar tanto la condición de vida de los peruanos como en estos últimos 28 años. Excluyendo el efecto de la pandemia, si la pobreza se redujo en más del 65% y la productividad aumentó en más del doble (BCRP), fue gracias a que promovimos la inversión privada y el emprendimiento.

Pese a ello, a nadie se le ocurriría decir que no quedan grandes problemas pendientes por resolver. Sin embargo, debemos reconocer que aquí no falló el sistema de creación de riqueza –libre mercado– sino el sistema de distribución a cargo del aparato estatal, el gran culpable de la falta de oportunidades en el país.

Por ejemplo, en los últimos 10 años, los gobiernos locales y regionales recibieron S/141,391 millones de las industrias extractivas (canon y sobrecanon), pero no ejecutaron S/47,086 millones (MEF). Es decir, de cada tres soles generados por privados, dejaron de gastar un sol y los otros dos los gastaron mal.

La situación actual del país se debe a que, desde que retornó la democracia, nuestros gobernantes evadieron olímpicamente las reformas estructurales necesarias y se inclinaron por decisiones demagógicas; caldo de cultivo que gestó la convulsión política permanente del último quinquenio.

Hoy, en el bicentenario del Perú, las reglas democráticas han puesto al mando del país a un grupo de populistas y demagogos izquierdistas, que explícitamente han dicho que aplicarán todo lo que ha fracasado en materia social en el pasado, aquí y en otros países. La democracia también nos permite corregir este despropósito, por ejemplo, rechazando la aventura de una Asamblea Constituyente.


TAGS RELACIONADOS