El segundo problema, es que el Gobierno debe estar preparado para resistir una compleja estrategia tanto de la izquierda radical como de los progresistas, quienes “moverán” las calles para atizar la protesta social, y utilizarán todo su “poder” para traerse abajo la norma. No olvidemos que la progresía cuenta con poderosos aliados en el sistema educativo (universidades), el sistema político (ministerios, Gobierno, Congreso, instituciones públicas), en el sistema judicial (fiscalías, juzgados, procuradores), en el sistema interamericano de derechos humanos (CIDH, OEA, ONU) y en el campo mediático (canales de TV o redes sociales). Solo queda “combatir y resistir”, como dicen ellos.