Durante los 12 meses de gestión, solo se ha dedicado a ejercer su papel de operador funcional de Sendero Luminoso para crear condiciones sociales, políticas y económicas para su secreta revolución socialista, advierte el columnista. Foto: Presidencia
Durante los 12 meses de gestión, solo se ha dedicado a ejercer su papel de operador funcional de Sendero Luminoso para crear condiciones sociales, políticas y económicas para su secreta revolución socialista, advierte el columnista. Foto: Presidencia

La caída de Pedro Castillo no es imposible, solo es difícil e intrincada. El poder que ejerce desde la presidencia mandando a las FFOO, así como su muro de contención que posee inconmovible en el Congreso, entre otras cosas, le hace creer que ya nadie lo podrá sacar. Se equivoca el mandatario. Y se equivoca de cabo a rabo porque la falta de un análisis objetivo de quienes lo rodean, así como de él mismo, no le permite tener una lectura objetiva sobre la fragilidad de su posición y el peligroso juego de raspar cerillos en un pajar. No dudamos de que haya más de un “gabinete en las sombras” según denunciaron los cándidos progresistas, que actúen como voces siniestras que le dicten al oído los lineamientos (y movimientos estratégicos) para capear el temporal, creyendo que andan sin rumbo de colisión.

Pedro Castillo no ha sido capaz de afrontar los reales problemas del Perú. Por ejemplo, Enrique Román, representante asistente de la FAO en el Perú, ha dicho que más de 16 millones de personas (el doble que en 2019) están en algún grado de inseguridad alimentaria (RPP, 16 de agosto de 2022). Sin embargo, durante los 12 meses de gestión, solo se ha dedicado a ejercer su papel de operador funcional de Sendero Luminoso para crear condiciones sociales, políticas y económicas para su secreta revolución socialista. Por todo esto, Castillo sabe que sus aliados de antaño, tarde o temprano, terminarán de “traicionarlo”, porque es desechable, olvidable y también, por qué no decirlo, candidato a largos procesos penales que nadie podrá evitar, nadie.

No nos sumaremos al desaliento de quienes creen que todo está perdido y que ya es momento de huir del país. No existen condiciones para que Castillo y su gavilla se hagan del poder en su febril idea que son las “mayorías” o el “pueblo” quienes lo quieren como presidente eternamente. Ni los actores cercanos al poder, que hoy están presos la mayoría, ni las circunstancias sociales (mas de 80% de desaprobación), ni las condiciones políticas en el Congreso con un oficialismo dividido y las posturas de perfil o dándole la espalda de algunos partidos del que antes gozaba de apoyo total son, de ninguna manera, una posición de legitimidad, mucho menos de legalidad.

Se requiere una muestra verdadera de unidad de las fuerzas democráticas, que desde este espacio hemos venido reclamando a los líderes de los partidos y los colectivos y grupos con quienes compartimos el mismo objetivo. No hay que claudicar, no es el momento de desfallecer ni tirar la toalla o simplemente abandonar la lucha. Necesitamos ciudadanos con el espíritu alto, hasta el cielo, con la voz en ristre y las zapatillas listas nuevamente, porque la batalla final no será un solo acto, sino la suma de todos los esfuerzos hasta lograr el objetivo de salvar al país. ¡Sí se puede!