La designación del nuevo premier no trajo los cambios esperados por los ciudadanos de algunas carteras, señala el columnista. (Foto: PCM)
La designación del nuevo premier no trajo los cambios esperados por los ciudadanos de algunas carteras, señala el columnista. (Foto: PCM)

Como toda tormenta política, esta que estamos atravesando tiene su momento más oscuro con rayos, truenos y huaicos (denuncias, renuncias y despidos). Sin embargo, también viene la calma o una relativa tranquilidad que las autoridades del Gobierno deben aprovechar para mirar, ahora sí, el corto, mediano y largo plazo en los temas de salud y seguridad del país entre otros temas prioritarios.

El vértigo generalizado al que fueron sometidos los ciudadanos con el tema de Paolo Guerrero, los ‘sacavuelteros’ de ‘Cuevita’ o Domínguez, así como el mortal affaire que pulverizó la carrera política de Alberto Otárola ha culminado y debemos ponernos serios por los desafíos latentes y los que se avecinan.

Ha sido un acierto de Palacio de Gobierno designar a Gustavo Adrianzén como nuevo primer ministro, quien actuó como un guerrero como representante del Perú ante la OEA defendiendo la posición de los peruanos en el tema de la legalidad de la libertad de Alberto Fujimori y puso el “parche” a la CIDH sobre el espinoso tema del debido proceso en los asuntos de la JNJ, del cual la CIDH empezaba una intromisión poco informada e interesada. La postura de Adrianzén ante la comunidad internacional demostró temple y mereció el reconocimiento del Gobierno y de diversos sectores de la política peruana.

Aunque la designación del nuevo premier no trajo los cambios esperados por los ciudadanos de algunas carteras como Interior, entre otros, se abren las puertas a una etapa que requiere de muñeca política para lidiar con el Congreso y sus vaivenes en su relación con el Ejecutivo, las denuncias del Ministerio Público contra la presidente Boluarte, la crisis política por las luchas de poder (aunque Otárola haya exculpado a don Nicanor) y los importantes desafíos que plantea el hecho que el Perú será sede del Foro Asia Pacífico (APEC) por tener la presidencia del evento, y además, por la anunciada llegada del presidente de EE.UU. Joe Biden y de China Xi Jing Ping. Menuda chamba.

Será trascendental que las acciones de los sectores Interior y Defensa garanticen el desarrollo normal y sin sobresaltos (menos algún ataque terrorista) en el Foro APEC, porque tendremos entre nosotros a las 21 economías más importantes de los países del Asia-Pacífico y la participación de 8,500 funcionarios de toda región a la que asistirán presidentes, jefes de Estado, ministros y altos funcionarios de dichos gobiernos, quienes además visitarían cinco ciudades del Perú (Lima, Arequipa, Urubamba, Trujillo y Pucallpa).

El país necesita una tregua política y social para afrontar los desafíos que se han mencionado. Los enfrentamientos solo darán imagen negativa de cara a la comunidad internacional poniendo en riesgo inversiones en todos los campos (empresarial, turístico, energético y minero) y hoy más que nunca el país necesita reactivarse. Éxitos al nuevo premier y su gabinete por el bien del Perú. ¡Sí se puede!