“No podemos seguir pensando que solo el sector público puede solucionar este problema; el futuro del país está en juego y él mismo debería permitir que el sector privado participe en la solución de esta enorme brecha de infraestructura”.
“No podemos seguir pensando que solo el sector público puede solucionar este problema; el futuro del país está en juego y él mismo debería permitir que el sector privado participe en la solución de esta enorme brecha de infraestructura”.

En 2018, según la información del Plan Nacional de Infraestructura Educativa, el déficit de infraestructura educativa ascendía a S/100,000 millones, que podían cubrirse en 2031. En su presentación ante el Congreso, el ministro de Educación anunció una inversión pública de S/1,594 millones, destinada a obras de construcción, mantenimiento y acondicionamiento de escuelas. Ir a un ritmo de S/1,500 o S/2,000 millones anuales de inversión no nos permite alcanzar la meta a 2031 significa que nos podría tomar 50 años más.

¿Nuestros estudiantes estarán estos próximos 50 años estudiando en instalaciones inseguras y sin servicios básicos?, ¿cómo acelerar la inversión en el sector para cubrir este déficit de infraestructura? En mi opinión, la única alternativa posible es sumar esfuerzos y generar alianzas públicas y privadas, reactivar las obras por impuestos, las asociaciones público-privadas y así poder reducir lo antes posible las brechas existentes.

La capacidad de ejecución necesaria para cubrir esta brecha es enorme y es ahí donde el aparato público tiene sus mayores dificultades, en la gestión. Para tener buenos gestores se necesita llevar talento al sector público y convocar a las mejores empresas que garanticen profesionales idóneos y capaces de hacer las obras en el tiempo y presupuesto correcto. Se requiere también un sistema de licitaciones transparente para evitar la corrupción y un sistema de supervisión capaz de hacer seguimiento a decenas de obras simultáneas.

No podemos seguir pensando que solo el sector público puede solucionar este problema; el futuro del país está en juego y él mismo debería permitir que el sector privado participe en la solución de esta enorme brecha de infraestructura.

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