(Foto: IStock)
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Esta semana tuve el privilegio de moderar el conversatorio “Con educación, ¡podemos!”, organizado por Care Perú, que reunió a cinco exministros de Educación para abordar los retos que enfrenta el sector con motivo del inminente retorno a la educación escolar presencial. Participaron Jaime Saavedra, Marilú Martens, Flor Pablo, Daniel Alfaro y Martín Benavides.

El video del encuentro podrá verse desde este miércoles a través de las redes de Care Perú y de Perú21, pero en este espacio quisiera adelantar algunas de las ideas que más se me han quedado dando vueltas de la conversación.

Lo primero es lo crítico de la situación de nuestra educación básica. Parece inverosímil, pero a Perú le ha tomado más tiempo volver a la presencialidad que a Venezuela. En la mayor parte del mundo los colegios reabrieron en 2021, mientras que en Perú los casos de retorno fueron aislados y con horarios sumamente restringidos en áreas privilegiadas.

Es también muy llamativo lo poco que hemos hablado de esto. La factura para nuestros niños y jóvenes será enorme; difícilmente se les podrá devolver estos dos años tan duros. Sin embargo, los espacios en los que se ha abordado este problema son mínimos. En 2021 tuvimos una campaña presidencial y el tema estuvo casi ausente de la discusión política. Esto explica en buena medida el porqué de nuestra demora: hemos fallado en crear sentido de urgencia. Esto debería interpelarnos a todos como miembros de una misma sociedad.

Otro tema que surgió en la discusión es el impacto que estos dos años tendrán en términos de inequidad. Antes de la pandemia, las brechas de aprendizaje entre un alumno de una provincia de la sierra sur y un alumno de Lima eran ya abismales. Luego de los últimos dos años, las brechas son hoy aún más pronunciadas, puesto que las regiones con menores niveles de desarrollo son también aquellas donde la educación remota ha sido menos efectiva y donde las tasas de deserción han sido más altas. Esto redundará en una profundización de las fracturas de nuestra sociedad.

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Otro elemento de suma urgencia que fue relevado tiene que ver con la preparación de la infraestructura y equipamiento escolar para el retorno a clases. Entre 2020 y hoy, unos 250,000 alumnos se trasladaron de la educación privada a la pública como consecuencia del deterioro de la economía de las familias. Es decir, hoy nuestras escuelas públicas deben estar preparadas para recibir un número significativamente mayor de alumnos del que asistía en marzo de 2020. Sin embargo, durante este periodo no ha habido un trabajo para ampliar la capacidad instalada de los planteles. Esto implicará que en las próximas semanas muchos alumnos se encuentren con ambientes y equipamiento inadecuados para su aprendizaje.

Para cerrar en una nota más positiva, un último tema que surgió está vinculado a la valoración del rol de nuestros docentes. Durante los últimos dos años, a cientos de miles de padres les tocó intentar reemplazar al rol de los maestros. Desde sus casas, mamás y papás tuvieron que acompañar el proceso de aprendizaje de sus hijos y estuvieron expuestos a los retos y desafíos propios de este encargo. Ojalá esta experiencia nos lleve a otorgar un mayor valor al papel que cumplen los docentes en nuestra sociedad.

Y ojalá que de una vez por todas nos demos cuenta de que un país que no da un lugar central a la educación de sus niños estará condenado al subdesarrollo.

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