[OPINIÓN] Joaquín Rey: Bomba  de tiempo. (Foto: Andina/Carlos Lezama)
[OPINIÓN] Joaquín Rey: Bomba de tiempo. (Foto: Andina/Carlos Lezama)

Una de las leyes inexorables de la vida es que eventualmente todos envejeceremos y dejaremos de trabajar y producir. A menudo vemos este escenario como algo lejano y, por lo tanto, los temas previsionales no reciben la misma atención que los vinculados al presente o el futuro próximo. Pero la realidad es que la edad de retiro nos llegará a todos, y más vale que tengamos una discusión seria sobre nuestro sistema previsional antes de que sea muy tarde.

Algunas cifras permiten ilustrar el tamaño del desafío: Hoy, solo uno de cada cuatro integrantes de la población económicamente activa realiza aportes a algún sistema previsional, ya sea el público o el privado. De otro lado, menos del 60% de los peruanos mayores de 65 reciben algún tipo de pensión (incluyendo las otorgadas por el programa social Juntos) y, en promedio, el monto de pensión recibido representa solo alrededor del 50% de lo que ganaban los trabajadores al jubilarse. Es decir, hay enormes problemas de cobertura, a los que se suman los problemas de sostenibilidad del sistema público.

Dado este panorama, la discusión pública debiera estar centrada precisamente en los retos de cobertura y sostenibilidad. No obstante, las iniciativas en los últimos dos años han estado enfocadas en la dirección exactamente opuesta: los retiros adelantados del sistema privado.

Entre el 2020 y 2021 se aprobaron cinco retiros de las AFP, que generaron una salida de S/65,000 millones de los fondos privados de pensiones, lo que equivale al 8% del PBI. Como consecuencia de ello, el ahorro previsional privado se redujo en cerca de un tercio, y 2.3 millones de afiliados se quedaron sin un sol en sus cuentas de retiros. Esta es una bomba de tiempo.

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Pero las consecuencias fueron mucho más allá de los propios afiliados. Así, por ejemplo, la semana pasada la agencia Standard & Poor’s rebajó la calificación de la deuda peruana de largo plazo en moneda extranjera de BBB+ a BBB, la segunda calificación más baja del grado de inversión. Esto significa que ahora será más difícil y caro obtener financiamiento para proyectos que permitan contribuir al desarrollo del país, como carreteras, hospitales y colegios. En la nota que explica las causas de la rebaja, la agencia señala a los retiros de los fondos de AFP como una de las causas que han puesto al Perú en una situación más vulnerable.

A esto hay que añadir que los beneficiarios de los retiros no fueron los peruanos en situación de mayor vulnerabilidad. De hecho, una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos publicada la semana pasada revela que tres de cada cuatro peruanos que efectuaron retiros seguían trabajando. Es decir, estaban en una situación de relativa ventaja.

Por estas razones, hay que llamar la atención sobre ciertas iniciativas que se cocinan en el Congreso para aprobar nuevos retiros. Ya no hay razón que justifique una medida de esta naturaleza. En 2021 el PBI creció un 13% y los niveles de empleo se han recuperado casi totalmente. Usar a la pandemia como argumento para mayores retiros es demagogia pura.

Es evidente que el sistema privado tiene muchas oportunidades de mejora que deben ser debatidas de manera seria e informada. Pero una cosa debe quedar clara: no se puede reformar algo luego de destruirlo, y eso es lo que conseguirá el Congreso si sigue promoviendo nuevos retiros.

El futuro de millones de peruanos está en juego. Exijamos seriedad a nuestros legisladores.

Disclaimer: El autor es asesor externo de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones.

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