“¿Qué debemos hacer entonces? Volvamos a definir qué es lo queremos como sociedad. En principio, busquemos atender las necesidades de la población”. (Foto: Miguel Navaza/Flickr)
“¿Qué debemos hacer entonces? Volvamos a definir qué es lo queremos como sociedad. En principio, busquemos atender las necesidades de la población”. (Foto: Miguel Navaza/Flickr)

Tras casi dos meses de un nuevo gobierno, el Perú sigue sufriendo las consecuencias de la polarización que solo divide a nuestra población. Y más allá de las discrepancias que puedan surgir a nivel social y político, es evidente que estamos dejando de lado los efectos de esta ola de protestas en las distintas regiones y sectores económicos de nuestro país.

La tensión en el sur es más latente que nunca, siendo escenario de protestas violentas como la ocurrida en Juliaca a inicios de año, intentos de tomas de aeropuertos y el bloqueo al Corredor Minero del Sur, donde importantes empresas como Antapaccay, Hudbay y Las Bambas (que ya anunció el cese de sus operaciones a partir de este mes) ven perjudicada su producción. Entre tanto, la zona norte se niega a instalar mesas de diálogo mientras no se consigan los anhelos políticos de los manifestantes, y en Lima la inestabilidad es cada vez mayor.

El Perú no puede echar a perder la gran contribución que generan al PBI nacional sectores importantes como la agroindustria, turismo, minería y el comercio, los cuales vienen siendo perjudicados por el escenario de incertidumbre. Nuestro país necesita con extrema urgencia volver a abrir sus carreteras, generar puestos de trabajo para la ciudadanía y que los negocios operen con total normalidad.

¿Qué debemos hacer entonces? Volvamos a definir qué es lo queremos como sociedad. En principio, busquemos atender las necesidades de la población (salud, educación, trabajo de calidad, entre otros). Pero también se requiere combatir la corrupción que aún prevalece en algunas tomas de decisiones, así como contar con funcionarios técnicos en las entidades subnacionales que aprovechen los recursos que tenemos.

Como referencia, en 2022 las transferencias por canon y regalías mineras superaron los S/10,900 millones como aporte a los gobiernos locales y regionales, un récord histórico para nuestro país. No obstante, solo se ha ejecutado el 60% de ese monto, según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas. ¿Qué pasaría si año tras año se aprovecharan adecuadamente esos recursos? Podríamos hablar de un sistema de salud más fortalecido a nivel nacional, mejores carreteras y servicios de agua y saneamiento más eficientes. Y este es el camino para cerrar las brechas sociales que persisten en el país.

Si queremos un nuevo norte para el Perú, trabajemos por construir un país donde la corrupción no retrase las obras que la población necesita. Valoremos las obras por impuestos que realizan algunas compañías mineras para reducir la brecha de infraestructura existente. Busquemos hacer prevalecer el diálogo entre el Estado, las empresas y las personas. Solo así podremos crear mejores oportunidades para todos.

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