El ministro de Economía y Finanzas (MEF), Kurt Burneo, ha expresado su preocupación por la debilidad de la confianza y ha anunciado que pronto lanzará un “plan de reactivación”, señala el columnista. (Foto: Andina)
El ministro de Economía y Finanzas (MEF), Kurt Burneo, ha expresado su preocupación por la debilidad de la confianza y ha anunciado que pronto lanzará un “plan de reactivación”, señala el columnista. (Foto: Andina)

Desde hace mucho tiempo, la Economía ha destacado el impacto que tienen las expectativas de las personas sobre las fluctuaciones del PBI. Familias y emprendedores optimistas sobre el futuro estarán dispuestos hoy a arriesgar y gastar más (adquirir una casa o un auto, o llevar a cabo un proyecto de inversión), lo que impulsa la demanda y reactiva la producción si existen holguras por el lado de la oferta. Lo contrario ocurre cuando el sector privado está pesimista.

Una forma de incorporar las expectativas al análisis económico es considerar que la gente elabora sus previsiones usando toda la información que está a su disposición: el comportamiento pasado de determinadas variables, su comprensión de la economía (“el modelo”), su percepción de los incentivos que tienen las autoridades y políticos para producir un determinado resultado y la coherencia de los anuncios que hacen sobre las medidas que planean implementar hacia adelante. De no tomar en cuenta toda esta información, las personas se equivocarían sistemáticamente al proyectar determinados eventos relevantes para ellos e incurrirían en pérdidas o costos adicionales que podrían evitar (la gente no es tonta).

En el Perú de hoy, los indicadores de confianza muestran que las familias y empresarios están pesimistas sobre el futuro. La confianza del consumidor está en mínimos históricos y la empresarial está en niveles similares a los observados durante la severa crisis financiera internacional de 2088-2009. A corto plazo, esto anticipa una desaceleración del gasto privado y un menor dinamismo económico (que ya es bajo). Y, a mediano plazo, la debilidad de la confianza empresarial inhibirá la inversión y, por lo tanto, la acumulación de capital físico (fábricas, máquinas, infraestructura) y la creación de empleo serán menores. Como resultado, nuestras perspectivas de crecimiento económico, disminución de pobreza y generación de bienestar social se reducen.

El ministro de Economía y Finanzas (MEF), Kurt Burneo, ha expresado su preocupación por la debilidad de la confianza y ha anunciado que pronto lanzará un “plan de reactivación” que tiene como uno de sus ejes recuperarla. Sin embargo, esta no es solo una tarea del MEF, sino de todo el Ejecutivo. En realidad, el público estará observando si los mensajes que lanzan los representantes del gobierno son coherentes con el objetivo de recuperar la confianza. Si se mantiene la retórica anti-empresa, la confrontación política y la implementación de medidas que afectan el clima de los negocios y la creación de empleo, el fortalecimiento de la confianza solo será una buena intención de un ministro en solitario, pero sin impacto real sobre la economía.