La corrupción, definida como el abuso de una posición de autoridad para obtener ventajas privadas, erosiona la confianza de la sociedad en sus instituciones y democracia, e inhibe el crecimiento económico y la calidad de vida de los ciudadanos. En particular, dependiendo de qué tan extendida esté, la corrupción puede reducir sensiblemente la capacidad del Estado para proporcionar bienes y servicios públicos de calidad, necesarios para elevar la productividad y competitividad de la economía.