[OPINIÓN] Hugo Palma: Sin su participación, no hay solución

Sí, la suya, asqueado lector, por la pestilencia de más y más instituciones públicas. ¿Horrible? Obvio. ¿Debería sorprendernos? No. Esa gangrena lleva décadas creciendo con la voracidad de quienes deciden enriquecerse con el sudor del pueblo, incluyendo los más pobres.

Ya no es tema de ideología, partidos y programas, centralismo o regionalización, clases sociales, o más. Ni de izquierda o derecha. Hoy, son los delincuentes maquillados de políticos contra el pueblo. ¿Excepciones? Siempre, pero no muchas.

¿Cómo hemos llegado a esto? No prestando suficiente atención y dejando pasar cosas: roba pero hace obra, regaló la loza deportiva; reparte canastas, tapers, puestos públicos, y nos promete escuelas, hospitales, caminos, bonos y el paraíso.

El espectacular crecimiento económico nos adormeció y apartó más de la política por “ser sucia” y anda “por cuerda separada”. Pagaremos un precio altísimo por ese alejamiento que, con “dictadura” o “democracia”, nos ha traído a lo que vivimos.

¿Qué tenemos al frente? Malos, peores y pésimos. Mírelos bien. Vuelva a mirarlos. ¿Queda gente honesta en el país? Muchísima, y está obligada a participar. ¿Y cómo? No sé si hay respuestas perfectas. Pero sí que podemos hacer mucho. Lo esencial: tenemos una patria, nuestro Perú, que no está derrotado pero nos llama a defenderlo. Ucrania muestra que se lucha mientras se quiere. Tenemos muchos ejemplos a los que debemos respeto admiración y gratitud. Solo estaremos vencidos si decimos “no hay nada que hacer”.

¿Los partidos políticos? Déjelos ahí por ahora. Con una o dos excepciones, son parte del problema. ¿“Políticos” buscando “reivindicación”? Háganlo en la Justicia (con mayúscula), que ya podría apurarse para alivio del pueblo. ¿Repitentes, mutantes, excarcelados, conversos? Atención: peligro.

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¿Entonces? Hagan sonar sus cacerolas. Coloquen nuestra bandera en sus casas, ventanas y vehículos. Y anímense a lavarla frente a edificios “públicos”. Busquen información sobre autoridades actuales y deseosos. Escriba a diarios, TV y radios sobre sus antecedentes y “actividades” verificables. Consulte informaciones institucionales: Transparencia, Proética, Integridad, Consejo Privado Anticorrupción, Acuerdo Nacional y páginas: Lampadia, Sudaca, Jugo de Caigua y otras.

Escriba a los congresistas exigiendo reforma política, bicameralidad, distritos uninominales (para ver la cara de “su representante”), exigencias reales a candidatos (impuestos, denuncias, sentencias, Infocorp, conflictos de intereses y estudios y trabajos comprobables, etc.).

Y no espere convocatorias a marchar. En su propio barrio, con vecinos y amigos, pocos o muchos, hagan las suyas cualquier día y hora, con nuestra bandera, pancartas y proclamas. Mostremos a los aspirantes a robar al pueblo, que conocemos nuestros derechos. No se quede en lamentaciones.

Y, por los valores que guían su conducta y anhelan transmitir a sus hijos, nada más de “no te metas en política”. Es la hora de los jóvenes de corazón y de esperanza en que los peruanos, descendientes de creadores de civilizaciones, no tenemos ni tendrán por qué vivir en este muladar. Nadie lo hará por usted; y menos aún por ellos.

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