(FOTO: JEFFERSON MEZA / GEC)
(FOTO: JEFFERSON MEZA / GEC)

“El Perú tiene corruptos hasta para exportar”, dice el presidente, que no exporta ni uno. No pasa día sin hablarnos de su lucha feroz contra la corrupción, mientras familiares, paisanos, ministros y funcionarios se esconden de la justicia. Por el otro lado, 33 millones de peruanos pueden decir hoy: “Y también dolor de sobra”. El dolor se extiende más rápido que cualquier pandemia, no perdona a nadie en el campo o el barrio, oprime el espíritu y mata la esperanza. ¿Hay alguien que no sufra en el Perú? Obviamente. Quienes venden su alma al poder, dinero, ideología, sus odios y pequeñez.

En distintas circunstancias, maneras y medidas, los peruanos que guardamos a Grau y Bolognesi en el corazón sufrimos mucho. Nos independizamos para asumir responsabilidad por nuestras vidas y destino. Lo hicimos a medias, con poca transparencia y excesiva complacencia con los abusos del poder y el “roba pero hace obra”. También progresamos y en muchas cosas destacamos. Pero no enfrentamos los pequeños y mayores atentados contra la institucionalidad y legitimidad. Vivimos los resultados. Hoy les sumamos la ansiedad del incendio, aunque fuimos prevenidos.

Basadre nos dijo: “Porque la promesa de la vida peruana… estafada o pisoteada por la obra coincidente de tres grandes enemigos… los Podridos, los Congelados y los Incendiados”. “Los podridos… prostituyen… hechos e instituciones al servicio exclusivo de sus medros… granjerías… instintos… Los congelados se han encerrado dentro de ellos mismos, no miran sino a quienes son sus iguales… nadie más existe. Los incendiados se han quemado sin iluminar, se agitan sin construir”. Los podridos… hacen… que este país sea una charca; los congelados lo ven como un páramo; y los incendiados quieren prender explosivos y verter venenos… una gigantesca fogata. Toda la clave del futuro está allí: que el Perú se escape del peligro de no ser una charca, de volverse un páramo o de convertirse en una fogata”. Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos”.

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¿Es ya demasiado tarde y tenemos más charca, páramo y fogata de lo que podamos remediar? ¿Esperamos que alguien lo haga por nosotros? ¿Hay milagros en octubre? Cada peruano responda y asuma su responsabilidad. El Perú ha superado numerosas crisis: invasión y ocupación extranjera, terrorismo genocida, incompetencia y deshonestidad de muchísimos políticos, horribles desastres naturales, y sigue ahí, con su nombre mágico.

Hoy, el peligro inminente es que incendien el país. Podemos ser cobardes, pero no ingenuos. Para copar el poder y escapar de la justicia se está incitando a la violencia y la sedición. Quien tiene ojos, vio; y oídos, oyó. Enfrentamos una temible fiera herida en fuga hacia adelante, que cree que es la única manera de no ir a prisión y seguir abusando del poder. Prometen a algunos lo imposible sin dañar a millones y pueden no tener límite. ¿No lo cree, aterrorizado lector? ¿Eso no puede ocurrir en el Perú? Mire alrededor: Cuba, Venezuela y Nicaragua; y hay más candidatos. ¿No sabe qué hacer? Hay cosas, pero exigen ponerse de pie y moverse. ¡Basadre! ¿Hace sonar sus cacerolas? ¿Se informa? Y no olvidemos a los podridos y congelados. Y menos a Vallejo: “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”.

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